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Elecciones del 21 de octubre

Algo más de media entrada

Apenas faltan cinco días para que comience la campaña electoral y el Alderdi Eguna no resultó especialmente vibrante ni muy emotivo. Fue una jornada templada, acorde a la climatología y a la personalidad del presidente y candidato.

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Iñaki IRIONDO

No había una prohibición de consulta que vengar ni una «usurpación» de gobierno que denunciar. Por no haber, ya ni siquiera nadie sabe quién es el presidente de Cantabria -¡con el juego que daba Miguel Ángel Revilla hasta para hacer pegatinas!-. Por cierto, ayer en el Alderdi Eguna apenas se veían pegatinas. Y mucho menos aquellas de «Good by Spain». Lo que sí hay son unas elecciones cruciales para el partido a la vuelta de la esquina y no parece que la militancia jeltzale esté muy caliente o, al menos, en Foronda no lo demostró.

El PNV logró en esta edición algo más de media entrada en el recinto preparado para el mitin, rodeado por una treintena de txosnas. Desde el fondo hasta el pie de la tribuna había unos 230 pasos y quienes escuchaban a Iñigo Urkullu ocupaban 132, con desigual densidad. De ahí para atrás, espacio para pasear.

¿Cuánta gente? Todo el mundo sabe que al Alderdi Eguna siempre van 100.000 personas. Así lo anunciaron los organizadores hace una semana. Diría que a esa cifra ayer le sobraba un cero. Y la inmensa mayoría son vizcainos. El mapa de retenciones no deja lugar a la duda. Algún día aprenderemos que llevar diez mil asistentes a la fiesta anual de un partido es tener una tremenda capacidad movilizadora. Pero, en fin, repito, todo el mundo sabe que al Alderdi Eguna siempre van 100.000 personas.

La jornada comenzó con un sirimiri que paró a tiempo. Y durante la intervención de Urkullu algún claro dejó pasar tímidos rayos de sol. La misa, oficiada a pocos metros del escenario, apenas concitó la presencia de unas decenas de fieles. El resto prefería agruparse en las txosnas, bien para buscar el calor de un caldito, coger fuerza con un pincho de chorizo o, simplemente, para charlar entre amigos y viejos conocidos a resguardo de la fina lluvia.

«Garaiko, iheslaria»

A las once comenzaba el desfile de agrupaciones locales, invitados y autoridades. Como siempre, al frente, «el futuro», según definición del presentador/animador. Los militantes de EGI llevaban una pancarta con el lema «Euskal Estatua Orain, piztu gazte». Seis de ellos portaban la foto de un lehendakari del PNV (Agirre, Leizaola, Garaikoetxea, Ardanza e Ibarretxe) y el deseo de que el sexto sea Urkullu. Pero en el caso de Garaiko (sic) le cruzaba la cara una tira con la palabra «iheslariak». Patxi López no tenía retrato.

Entre los militantes de EGI desfilaron también varios jóvenes que portaban esteladas catalanas. Durante más de media hora pasaron las agrupaciones municipales por orden alfabético y los representantes institucionales del partido. Juan José Ibarretxe, José Antonio Ardanza y Juan Mari Atutxa siguieron recibiendo el cariño de los asistentes, que se volcaron especialmente con Iñigo Urkullu.

Con todos los invitados en la tribuna y tras los requerimientos del presentador para que la gente dejara las txosnas y se agrupara en el centro de la campa, los miembros del EBB procedieron al izado de la ikurriña.

Tras una breve intervención de Eukene Galarraga, en nombre de EGI, llegó el momento del gran karaoke. Xabier Agirre (ABB), Andoni Ortuzar (BBB), Joseba Egibar (GBB), Txaro Goikolea (IBB) y Manu Ayerdi (NBB) se acercaron a los micrófonos y comenzaron a entonar el «Bagare» de Gontzal Mendibil. Detrás, el resto de dirigentes e invitados, agarrados del hombro, se balanceaba haciendo los coros. En la pantalla gigante, la letra permitía a todos los asistente sumarse a la canción.

«Bagare, bagera, bagire, bagara. Euskadi askatzeko, oraintxe dugu aukera». Así acabó también Urkullu su discurso. Más de cuarenta minutos sin que apenas le interrumpieran con aplausos, salvo cuando mencionó a Xabier Arzalluz. Habló de nación y de libre decisión, pero no de estado ni de independencia.

Ni la asistencia de la delegación de CiU, encabezada por Oriol Pujol, que fue recibido con una ovación cuando lo nombraron, ni el ánimo de la presencia de miles de alderdikides empujó a Urkullu a ir un poco más allá de lo que está siendo su medido discurso de campaña.

Tal vez fuera el clima, que los jeltzales están guardando fuerzas para la campaña o que, por el contrario, ya la precampaña viene haciendo mella... Sea lo que fuera, ayer en Foronda todo parecía estar un poco a medias.

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