El genial encabezado de Nuevos Directores, mostrado justo antes de cualquier proyección en dicha sección, venía acompasado por una música difícil de catalogar. Una música marciana, podría decirse, lo cual convertía a este acompañamiento en el ideal para que el espectador poco iniciado en la materia se hiciera a la idea de lo que estaba a punto de ver. Estamos aquí en las antípodas de la Sección Oficial, o mejor dicho, estamos en una especie de máquina del tiempo que nos lleva unos cuantos años antes de llegar a la alfombra roja, a los photocalls multitudinarios y, quién sabe, a la Concha de Oro.

 En una de las mejores ediciones del Zinemaldia que la memoria puede alcanzar a recordar, Nuevos Directores no ha sido menos y se ha contagiado del clima de euforia generalizada de este glorioso sexagésimo cumpleaños. Una alegría que obviamente no hubiera podido darse sin haber detrás una colección sorprendente de grandes nombres, y sobre todo, de grandes títulos. Películas capaces de conmover a la audiencia, de hacerla aplaudir hasta que dolieran las manos. En nuestro caso, además de las reacciones enumeradas: películas que pusieran en la agenda cinéfila los nombres de los nuevos talentos que piden a gritos -y aportando argumentos sólidos- un sitio en el concurrido panorama cinematográfico internacional.

Como las buenas dietas: en lo rico y variado de Nuevos Directores hemos encontrado desde el necesariamente doloroso documental «Sleepless Nights», de Nizar Hassan, dedicado al esfuerzo para no perder la memoria de las peores atrocidades cometidas en el Líbano, hasta la rabiosa ficción israelí de «Six Acts», firmada por Jonathan Gurfinkel, sobre una auténtica generación perdida analizada a través de distintos actos con reveladora carga sexual. Desde el rabioso undergorund de Francisco García de «Cores», estimable testigo socio-marginal del Brasil moderno, hasta el esteticismo de Threes Anna y su «Silent City», en la que las soledades se multiplican ante los muros construidos por las diferencias culturales.

Por encima de todas ellas se erigen tres títulos que, contradiciendo los cánones de la sección, están comandados por directores que ya parecen auténticos veteranos en la materia. El cuento fabulesco «Le jour des corneilles», de Jean Christophe Dessaint, osa compararse a los grandes animadores contemporáneos, y sale reforzado de dicho choque, confirmándose como la mejor apuesta del género en lo que va de año. «Los increíbles», radical pero muy accesible ejercicio de semi-ficción firmado por David Valero emocionó y divirtió a partes iguales con unos singulares héroes de lo cotidiano, ciertamente «muy nuestros» y que el público hizo «muy suyos». Por último, el bombazo: la paraguaya «7 Cajas», de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, llevó al delirio a los espectadores del Kursaal 2 con su explosiva y sudorosa mezcla de thriller y película de acción, haciéndose no solo con el premio de la Juventud, sino también conquistando esa sensación impagable que surge al constatar que el futuro ha llamado a la puerta del presente.