Letra y dibujo se aúnan para seducir con la Generación Beat
En los años cincuenta, Nueva York era el lugar idóneo para que Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William S. Burroughs urdieran una amistad basada en la experimentación literaria y la libertad sin límites. «The Beats» es una novela gráfica que explica el movimiento.
Pablo CABEZA | BILBO
«The Beats» (451 editores) puede considerarse una novela gráfica, acaso un cómic con un nivel artístico excepcional, puede que un libro de historia ilustrado. Habla de la Generación Beat, que se refiere a un grupo de escritores estadounidenses de la década de los cincuenta que portaron una serie de rasgos comunes: rechazo a los valores clásicos del país, el estudio de la filosofía oriental, la libertad sexual, el uso de las drogas tanto por placer, experimentación, como por su valor dinámico-creativo. También ayudó a los movimientos de liberación de la mujer y los negros. Los Beats ofrecieron sexo abierto, desarraigo y, en especial, textos experimentales de diferente orientación.
En «The Beats», donde las páginas huelen a pluma, a trazo fino y de contrastado detalle, la historia de Allen Ginsberg, Jack Keruack, William S. Burroughs se narra en viñetas, con textos biográficos puntuales, pero suficientes para conformar el retrato de cada personaje tratado. Los abrumadores dibujos de los diversos artistas que pasan por el libro, dejan claro que ser dibujante es excepcional.
En la introducción Paul Bhule (editor) y Harvey Pekar (el guionista principal del libro) sitúan el fenómeno con gran capacidad de síntesis y expresividad: «`Aullidos y otros poemas', de Allen Ginsberg, por tomar un solo ejemplo, sentó nuevos precedentes para la libertad de prensa y devolvió el papel del poeta a un espacio público de influencia y relevancia perdido durante generaciones en los Estados Unidos. Los Beats también introdujeron un tipo de poesía y prosa que sonaba como el jazz, una literatura que abrazaba las religiones de oriente (sobre todo el budismo), los temas indios americanos, la homosexualidad, la resistencia al reclutamiento obligatorio, y toda una variedad de ideas previamente inaceptables».
El artista rebelde
El sentido final de los Beats es y probablemente siempre será esquivo. En un famoso ensayo de 1957, Norman Mailer -su más prestigioso defensor- argumentó con mucha elocuencia en favor de su importancia colectiva. Escribiendo en una época en la que el valor para ser individual estaba siendo puesto a prueba en unos Estados Unidos clausurados, Mailer discutió en favor de aquellos que se identificaban con lo marginal, que buscaban captar con palabras lo que la abrumadora mayoría de sus compatriotas ciudadanos no podía o no quería ver. Estos hombres y mujeres -escribió- tenían una solemne misión política, cultural y espiritual, a lo que podríamos añadir que los Beats, al no aceptar ninguna lógica externa (capitalista o socialista), renovaron la emoción del descubrimiento bajo sus propios términos. De esta manera inventaron un nuevo modelo para el intelectual/artista rebelde.
Ed Piskor no vivió la Generación Beat, pero suyos son la mayoría de los excelentes dibujos de este libro.
Ed Piskor es el dibujante principal de la obra, pero también se incluyen pinceladas de algunos de los mejores dibujantes en activo. El gionista principal es Harvey Pekar, pero, igualmente, cuenta con colaboraciones muy eficientes.
El grupo inicial del movimiento Beat estaba formado por Jack Kerouac, Neal Cassady, William Burroughs, Herbert Huncke, John Clellon Holmes y Allen Ginsberg. En 1948, se unieron Carl Salomon y Philip Lamantia; en 1950, Gregory Corso y en 1954, Lawrence Ferlinghetti y Peter Orlovsky.
El movimiento no se prolongó en exceso, pero su influencia fue notable durante los años cincuenta y sesenta. Sin obviar que cinco décadas después continúa siendo objeto de estudio o revisión. La Generación Beat, además, influyó profundamente en el nacimiento del estilo de vida jipi, en especial en las calles de San Francisco e influyó a músicos como Jim Morrison, Patti Smith, Tom Waits o Bob Dylan.
Bhule y Pekar apuntan que los Beats se esfumarían en poco tiempo, víctimas de su propio estilo de vida, pero que su influencia «iría en aumento».
La contracultura de los sesenta parecía, en cierto sentido, estar hecha por ellos y para ellos. Allen Ginsberg fue coronado Rey de Mayo en la Praga de 1968 invadida por los tanques rusos. P.C.
