Candidato contra la independencia
El consell nacional del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) secundó ayer la candidatura de Pere Navarro para las próximas elecciones catalanas del 25-N. Con un 73% de los votos, el candidato se impuso al sector crítico encabezado por Montserrat Tura, más proclive a una línea política que garantice las ilusiones de la riada de gente que el Onze de Setembre inundó Barcelona. Navarro defendió abiertamente posiciones contrarias a la independencia, fijó su meta en una Catalunya dentro de una España federal, y se mostró partidario de un referéndum de autodeterminación siempre que este «sea legal». Ese es, por tanto, el espacio de propuesta de un PSC obstinado en hacer del federalismo una trinchera equidistante entre el soberanismo catalán y el españolismo del PP. Y todo ello, ante unas elecciones poco normales, con un significado plebiscitario fuera de toda duda, con un electorado movilizado y exigente que no va a escatimar el antagonismo y la polarización, en una encrucijada vital que señala un cambio de era, un cambio de paradigma desde el pensamiento autonomista al del estado propio.
El seísmo político que se ha dado en Catalunya, sin duda, se hará visible en el próximo escenario electoral. El PSC, salvo algunas excepciones relevantes, decidió oficialmente mantenerse al margen, y en algunos casos se opuso abiertamente, de la ola social que ha acelerado el proceso de liberación nacional de Catalunya, y que ha roto muchos de los cálculos y de los esquemas de los partidos políticos. Su decisión probablemente tendrá efectos devastadores y, de hecho, las encuestas apuntan ya a una debacle de magnitudes inéditas.
Los catalanes dirán con claridad el 25-N qué quieren y serán escuchados por la comunidad internacional. El próximo president, si convoca el referéndum con una pregunta explícita, sin jugar con el significado de las palabras ni con status especiales de libre asociación o de «más estado», se convertirá en el Alex Salmond catalán. Queda claro que Pere Navarro nunca lo será.