Con el último ataque infiltrado son ya 2.000 los soldados de EEUU muertos en Afganistán
El último ataque de soldados afganos contra las fuerzas ocupantes ha elevado el número de soldados de EEUU muertos en Afganistán hasta la simbólica cifra de 2.000. A ellos hay que añadir unos 18.000 soldados heridos y lisiados, y otro millar largo de soldados no americanos de la ISAF. Tras más de once años de guerra, en medio de una sangría de vidas y de fondos, de un cansancio y de una oposición creciente de las opiniones públicas occidentales, la ISAF anunció una estrategia de salida para el año 2014 que se basa en la tutoría de las fuerzas afganas colaboradoras -ejército, policía y milicias- en forma de entrenamiento, patrullas y operaciones conjuntas. Ante la escalada de ataques de infiltrados, talibanes o no, los comandantes ocupantes decidieron suspender «táctica y temporalmente» esa colaboración. Y con ello pusieron en entredicho toda la estrategia de salida y de cómo venderla al público.
El enésimo ataque demuestra que estos ataques son un símbolo de hasta qué punto está arraigada la desconfianza y el odio hacia los ocupantes. Y revela a las claras cuán difícil es ganar esa guerra ilegítima e injusta para unos ocupantes que van camino de perderlo todo.