CRÓNICA | GUERRA CIVIL EN SIRIA
La población civil en Alepo, entre la ira y la desilusión
Más de dos meses después del comienzo de la batalla de Alepo, empiezan a oírse voces entre la población que opinan que el precio a pagar por «la revolución» es demasiado caro y denuncian los excesos de los rebeldes.
Antonio PAMPLIEGA AFP
La imagen romántica de un pueblo levantándose contra el tirano comienza a desvanecerse a los ojos de algunos habitantes de la gran metrópoli del norte de Siria en la que varios barrios son el escenario cotidiano de bombardeos y mortales combates callejeros, y donde los rebeldes anunciaron el jueves el inicio de «una ofensiva definitiva».
Atrapados entre los fuegos de una guerra en la que se sienten ignorados, los más enfadados acusan a la rebelión de utilizarlos como escudos humanos.
Con 65 años, Fayez Shouaib, un habitante del barrio devastado de Seif al Dawla, no oculta su desilusión. «Había ido a visitar a mi anciana madre cuando y cuando volví a mi casa la vi ocupada por una docena de tipos armados», recuerda. Algunos llevaban puestas mis ropas, utilizaban mi cocina y veían mi televisión.
Antiguo topógrafo, vivió durante diez años en Nueva York para «construir un puente» allí. Afirma sufrir diabetes y problemas cardíacos.
«No te preocupese viejo -me decían- no te vamos a robar. Podría ser su abuelo pero no respetan nada ni a nadie. Intenté hacerles marchar pero me respondieron que no se moverían de aquí. Creen que llevar un arma y luchar contra al-Assad les da todos los derechos».
Un precio muy alto
Los jóvenes rebeldes le propusieron elegir una casa vecina prometiéndole que irían a «derribar la puerta a patadas» para que pudieran instalarse.
«Imagine que los propietarios vuelven y me encuentran en su cama. Me matarían con todo el derecho», se indigna Fayez, afirmando que entonces decidió irse a dormir a la calle.
Refugiado ahora en una pequeña habitación contigua a su casa, iluminado con la luz de dos velas, rumia su desilusión: «Pagamos un precio muy alto para ganar la libertad. No, yo no quiero revolución si ese el precio a pagar».
«En Alepo hay un montón de edificios vacíos. Todavía son completamente nuevos, no han tenido tiempo para ser ocupados. Sugerí que se fueran a vivir allí y abandonaran las casas donde viven las familias» se queja.
Según él, se negaron. «Tienen miedo de convertirse en objetivos designados por el régimen militar si se mudan a edificios vacíos. Por esa razón prefieren vivir entre la población. Ellos nos usan como escudos humanos» acusa al anciano.
Abu Hussein, un comerciante, se queja por su parte de los saqueos que llevan a cabo los rebeldes: «Ellos van a las tiendas, toman lo que quieren y obviamente no pagan nada porque están luchando por mi libertad. Si esa es la libertad que nos espera, que se la guarden, yo no la quiero».
A medida que la ira cede, relativiza un poco: «Yo les agradezco con todo mi corazón su lucha, pero creo que no hacen las cosas bien. Cometemos muchos errores y acabaremos por pagarlos tarde o temprano. La gente empieza a perder la fe en ellos», advierte.