Turquía enseña los dientes a Siria pero matiza que no quiere la guerra
La historia muestra que todo lo peor es posible en Oriente Medio pero no parece, a tenor de las últimas horas, que Turquía haya decidido ir más allá de enseñar los dientes a Siria. Tampoco sus aliados de la OTAN están entusiasmados por implicarse en el polvorín sirio. Habrá que estar, empero, atentos al desenlace de los frentes de guerra de Damasco y Alepo, donde todo apunta a que la rebelión armada pierde pie.
GARA | AKCAKALE
Las amenazas de guerra lanzadas la víspera por Turquía tras la muerte de varios civiles por obuses sirios que impactaron en la localidad kurda de Akcakale han quedado, de momento, en una muestra de músculo y una represalia bajo forma de disparos de artillería contra posiciones del régimen sirio en el puesto fronterizo de Tall al-Abyad.
Tras la primera salva entrada la tarde del miércoles, el Ejército turco reanudó al alba sus disparos que, según el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), «han matado a muchos soldados sirios». Los rebeldes armados matizaron que «hubo varios heridos y dos de los ocho tanques del regimiento 93 del Ejército sirio resultaron destruidos».
Pero los bombardeos turcos se detuvieron a primera hora de la mañana, según confirmaron vecinos de la localidad, situada en la provincia de Urfa, que forma parte del Kurdistán Norte ocupado por Turquía.
Y es que, pese a que el Parlamento turco aprobó en un debate a puerta cerrada una moción del Gobierno autorizando operaciones militares en Siria, el viceprimer ministro, Besir Atalay, matizó que «no es una declaración de guerra» y destacó su carácter «persuasivo». Atalay aseguró que Damasco habría presentado excusas a Ankara. «Aseguran que no se repetirá».
Rechazo de la población
En la misma línea, Omer Celik, uno de los vicepresidentes del gubernamental AKP, reiteró que «Turquía no busca la guerra pero es perfectamente capaz de defenderse contra todo ataque que amenaza su soberanía». En junio, el Ejército sirio derribó uno de los dos cazas turcos que sobrevolaban su espacio aéreo en una misión aún no aclarada.
El recurso al Parlamento, en el que el AKP tiene una cómoda mayoría (votaron a favor 320 diputados frente a 129) es habitualmente utilizado por Ankara para justificar sus bombardeos en Kurdistán Sur (Irak), oficialmente contra objetivos del PKK.
Resulta paradójico que el mismo Gobierno turco que se muestra tan agraviado reivindicara a comienzos de semana la muerte de dos kurdos en un ataque el martes contra suelo sirio.
No obstante, el AKP es consciente de que una guerra contra Siria cuenta con el rechazo de la mayoría de la población (62% según las encuestas), además del de los opositores kemalistas del CHP que, oportunistas, acusan al Gobierno de haberse convertido en «gendarme de EEUU» en Oriente Medio.
Pero no es Turquía la única que no quiere, por lo menos ahora, la guerra. Pese a la condena a Siria unánime de sus aliados de la OTAN primaban ayer los llamamientos a la calma, desde Londres a Berlín. Ankara se ha dado por satisfecha por la celeridad y rotundidad de la condena de la OTAN pero no ha invocado el artículo 5 de la alianza militar. Los expertos confirman que nadie quiere enfangarse en el conflicto sirio. «Si la OTAN lo quisiera, le hubiera bastado un incidente bastante menor que este», señala Nadim Shehadi, experto de Chatham House en Londres.
El Consejo de Seguridad debatía una moción de condena pero Rusia retrasó el voto exigiendo una investigación internacional y exhortando a Damasco a reconocer el «trágico incidente». El régimen sirio anunció la apertura de una investigación.
Moscú evocó lo que es un secreto a voces, que los rebeldes armados sirios no solo tienen su retaguardia en suelo turco sino que actúan en coordinación con el Gobierno turco.
La organización armada yihadista Frente al-Nosra reivindicó el triple atentado que costó la vida el miércoles a al menos 48 personas, la mayoría militares y policías. El régimen sirio denunció que este y otros grupos son financiados, armados y entrenados «por países de la región y de más allá» y exigió una condena clara al Consejo de Seguridad de la ONU como un «test de su credibilidad contra el terrorismo».
El opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), con sede en Londres, aseguró que 21 miembros de la fuerza de élite de la Guardia Republicana murieron en una explosión seguida de un enfrentamiento en Qodsaya, en la periferia occidental de Damasco.
La misma asociación denunció que el barrio, bastión de los rebeldes armados sirios, era escenario de registros y redadas arbitrarias. Informó a su vez de bombardeos del Ejército sirio contra varias localidades de la provincia damascena, así como de bombardeos en Alepo (norte), concretamente en los barrios de Saladino (oeste), Ban al-Nasr (centro) y Sajur (este), y en enclaves de las provincias de Idleb (noroeste), Deir Ezzor (este), Homs y Hama (centro del país). El OSDH ofreció un balance provisional de la jornada de 47 muertos.
El número dos del autodenominado Ejército Sirio Libre, Malek Kurdi, mostró la disposición de los rebeldes armados a colaborar con Turquía en una eventual operación militar contra Siria. «Esperamos que cualquier intervención sea coordinada con nosotros y creo que así lo harán», se mostró convencido, para reclamar el previo aval de la «comunidad internacional». GARA
