Una marea roja colapsa Caracas en el cierre de campaña de Chávez
Cientos de miles de personas inundaron las siete principales avenidas de Caracas en el cierre de la campaña electoral de Hugo Chávez. En medio de una fuerte tormenta, el aspirante a la reelección apeló a defender el triunfo frente a los intentos opositores de no reconocer los resultados.
Alberto PRADILLA Enviado especial en Venezuela
Viva Venezuela, viva el socialismo, viva la revolución». Con estas palabras, en medio de un tremendo aguacero y tras las habituales estrofas del himno del país, comenzó ayer su discurso de cierre de campaña el presidente venezolano, Hugo Chávez. No cabía un alfiler en la avenida Simón Bolívar cuando el jefe del Ejecutivo instó a sus seguidores a «votar temprano y defender la victoria del pueblo ante cualquier pretensión de la burguesía de desconocer los resultados», en referencia a los rumores que apuntan a un intento por parte de la oposición de cantar fraude antes incluso de que se haga público el recuento. El objetivo era llenar las siete principales calles del centro de Caracas. Y lo consiguió. Si la marcha opositora del domingo fue histórica para los fieles de Henrique Capriles, que lograron completar el aforo del emblemático escenario de los grandes eventos chavistas, la concentración de ayer la desbordó. Y eso que la impresionante tromba de agua que comenzó desde las 14.00 obligó a mucha gente a ponerse a cubierto. Tras la clausura de una maratoniana campaña de tres meses, solo queda esperar a la cita con las urnas, que tendrá lugar el domingo.
«Seguir trabajando como hormigas»
«Vamos a seguir trabajando como hormiguitas en los comandos de campaña, que no se nos quede ningún voto fuera», apeló Chávez en una intervención centrada en cuestiones domésticas. Durante su discurso, de apenas 30 minutos, el presidente venezolano insistió en remarcar los logros obtenidos durante 14 años de Gobierno, que él mismo limitó a la última década. Además, alertó de las consecuencias de un regreso al poder de la derecha, representada por Capriles, y asumió algunas de las deficiencias que preocupan actualmente a los venezolanos, comprometiéndose a corregirlas.«He cometido errores», asumió. Sin embargo, lanzó un mensaje de balance positivo. «En los últimos diez años hemos logrado salvar la patria; Venezuela antes estaba hambrienta y ahora ya no hay hambre», proclamó. Como tareas pendientes, el candidato a la reelección fijó la «miseria cero» para los próximos seis años y lograr el pleno empleo.
El jefe del Ejecutivo venezolano no ocultó la importancia de los comicios del domingo, instando a la movilización de sus bases y a defenderse en la calle frente a las posibles maniobras opositoras para no reconocer los resultados. «Por nada del mundo vamos a permitir que vuelvan a aniquilar», aseveró, prometiendo que su nuevo gobierno se pondrá en marcha «desde el 8 de octubre», un día después de que se cierren las urnas.
Chávez saltó al escenario cerca de las 15.00 (aproximadamente las 21.30 horas en Euskal Herria). Sin embargo, la movilización comenzó a primera hora de la mañana. Ataviados con camisetas y gorras rojas, venezolanos procedentes de todas las partes del país habían comenzado un día antes la marcha bautizada «De Sabaneta a Miraflores», que es como bautizó la campaña de Chávez el sprint final.
Rechazo al «paquetazo»
El rechazo al «paquetazo» neoliberal (la «agenda oculta» que el chavismo vincula con Capriles y que incluye el desmantelamiento de los derechos adquiridos en la última década) y profundizar en el proceso bolivariano eran las dos ideas centrales de los discursos.
«Esta es nuestra garantía para construir un nuevo modelo político y social para caminar hacia el socialismo», resumía Willliam García, un cincuentón que, junto a sus compañeros de la misión Rivas (programa de bachillerato para adultos) tenían como misión llenar la avenida de México.
La marcha de ayer supuso también una reacción frente a los opositores, instalados en un mensaje triunfalista.
«Y el majunche (expresión despectiva con la que Chávez se refiere a Capriles) celebraba haber llenado la avenida Simón Bolívar», aseguraba, horas antes del mitin, un hombre ataviado con camiseta roja. «Nosotros llenamos siete avenidas», insistía. El próximo domingo, la guerra de cifras se trasladará a las urnas durante unas elecciones, sin duda, históricas.
El merchandising bolivariano constituye una de las grandes bazas de campaña. Carteles con el lema «Chávez corazón del pueblo», muñecos del presidente o las reclamadas «franelas» (término con el que los venezolanos denominan las camisetas) forman parte del inmenso «museo rojo» en el que se convierten las exhibiciones de fuerza del chavismo. Ayer destacaban algunos enormes hinchables con la imagen de Chávez colocados junto a los diversos escenarios que salpicaban las siete avenidas en las que se concentraron sus partidarios.
Además de política, la marcha tiene un importante componente festivo, con furgonetas o espacios musicales casi en cada callejón. Mientras el opositor Henrique Capriles cerraba su campaña en el estado de Carabobo, Caracas se convertía en una fiesta, con Chávez recorriendo la capital. Para ese momento ya había dejado de llover, por lo que la marcha se alargó durante horas. A. PRADILLA