GARA > Idatzia > Eguneko gaiak

Reflexiones (I) | Elecciones del 21 de octubre

«El futuro de Euskadi no se planteará en esta legislatura»

Veterano periodista hijo de un vicelehendakari

Hijo de Francisco Javier de Landaburu Fernández, diputado del PNV durante la II República y vicelehendakari del Gobierno Vasco, Gorka landaburu nació en el exilio, en París, donde cursó sus estudios de periodismo. Regresó a Euskal Herria a principios de los años setenta, y lleva más de tres décadas ejerciendo la profesión de periodista en diversos medios de comunicación, tanto del Estado español como del Estado francés. En mayo de 2001 sufrió un atentado de ETA, que le causó heridas de gravedad en el rostro y el abdomen y la amputación de una falange del dedo índice de la mano derecha y una falange de todos los dedos (excepto el pulgar) de la izquierda.

p010_f02_199x136.jpg

Gorka Landaburu | periodista

Iker BIZKARGUENAGA

Gorka Landaburu inaugura la serie de reportajes y entrevistas con las que GARA pretende pulsar la opinión de distintas personas que por su trayectoria vital, por su trabajo profesional, pueden aportar un punto de vista interesante sobre el presente y el futuro de nuestro país, sobre sus retos. Aprovechando un inicio de octubre particularmente benévolo, Landáburu responde a las preguntas en una terraza donostiarra. En esta ocasión, el periodista es el entrevistado.

El túnel económico

La economía centra sus primeras reflexiones, un tema que volverá a aparecer a lo largo de toda la entrevista. Tiene sentido, a su juicio, porque vivimos una situación «muy complicada» en ese aspecto; «todavía estamos en un túnel oscuro y no se ve ninguna luz ni a corto ni a medio plazo». Tiene claro que «vamos a salir de la crisis», pero el problema es «cómo». Y en ese cómo no hay mucho margen para el optimismo. Sobre todo en lo que respecta al paro, especialmente el paro juvenil, algo que, admite, le preocupa sobremanera, «porque los jóvenes son el futuro de este país».

En todo caso, y ya entrados en materia, Landaburu considera que los recortes «sí son necesarios en alguna medida», ya que «hay cosas duplicadas en nuestro país, y hablo de Euskadi o de Euskal Herria». También hay que hacer recortes, sostiene, porque «hemos vivido con cierta alegría, hay que reconocerlo. Aquí se han construido un montón de cosas, todas las ciudades querían tener un Palacio de Congresos, todo el mundo quería tener el frontón más moderno, el festival de turno, y todo eso hay que mirarlo, porque es donde se puede ahorrar de verdad». No así de otro tipo de materias, que «no se deberían tocar», como la educación y la sanidad. Y al hilo de ello lamenta que «se ha tocado la educación, se ha tocado la sanidad, se ha tocado el I+D, que es muy importante, se han tocado las prestaciones sociales, y esos son derechos que teníamos adquiridos del pasado y que no se deberían poder tocar», por lo que observa que «hay un fondo ideológico por parte del Gobierno central» en los recortes que está aplicando.

Cree además que se equivoca, porque «para salir de la crisis hay que crear trabajo, y hay que incentivar lo público. Si no creamos trabajo, lo que creamos es lo contrario, más paro y esto va a complicar la salida de la crisis». «Creo que las medidas que se están tomando contienen graves errores cuando se tocan líneas rojas», concluye.

Más razones que en el 68

Este contexto, en cualquier caso, no es nuevo para este periodista que lleva 35 años cubriendo la actualidad política y social vasca. Recuerda al respecto la situación que se vivía en los años 80, «cuando había un 25% de paro en Bizkaia y se desmanteló toda la siderurgia». «Con el tiempo -evoca-, el autogobierno se puso en marcha y eso nos permitió salir de aquella».

Lo que sí le llama la atención es la, a su entender, escasa respuesta social ante este panorama. «Yo estuve en mayo del 68 en París, tenía 17 años, y estábamos en la calle. Hicimos tres semanas de huelga general, estábamos constantemente en la calle protestando por motivos menores de los que hay hoy. La pregunta que me hago es dónde está la gente para no estar en la calle, de forma pacífica pero en la calle. Creo que hay muchos más motivos que en mayo del 68 para salir, para protestar, para intentar presionar a los gobiernos que están aplicando medidas totalmente injustas en muchos casos. Por algún lado tendrá que reventar. En un país con 25% de paro no es normal que haya tanta quietud», apunta con énfasis.

Sobre cuál puede ser el motivo para que la movilización no sea aún mayor, apunta al temor de la gente a perder su puesto de trabajo. Aquellos que todavía lo conservan. «No hay ningún trabajo seguro hoy en día, y existe miedo a perderlo. Puede que por ese motivo la gente no sea tan solidaria o no salga tanto a la calle para protestar. Hay una especie de sumisión que impide que haya mayores reacciones». Por contra, él sostiene que «lo que hace falta no es solo una huelga general, en la que además deberíamos estar todos juntos, sino varias huelgas generales para hacer retroceder a al gobierno».

El debate debe aceptarse

Más allá del contexto económico, por otra parte, no se le escapa que la situación política es también «interesante». Tanto en Euskal Herria, donde se celebran unas elecciones en la CAV, como en otros lugares como Catalunya y Galiza. «Creo que hay mucho nerviosismo, sobre todo por parte de lo que llamamos `Madrid', pero creo que lo que suceda, sea lo que sea, no va a ser de la noche a la mañana», augura. «Habrá que ver cómo evolucionan los acontecimientos, pero sobre todo hay que enfrentarse al debate. Y el debate girará en torno a lo que la gente pide en cada momento», considera, explicando a renglón seguido que él no está en contra «de ningún tipo de consulta, si las consultas están bien hechas, si ha habido un debate sereno, tranquilo».

Respecto al modelo político-administrativo de este país, en un momento en que el debate sobre la independencia está sobre la mesa, Landaburu explica que él no se decanta «por ningún tipo de independencia, creo que hay otras fórmulas de integración, pero sí es cierto que Euskadi, Catalunya, Galicia a otro nivel, están en una situación nueva, en una especie de nueva transición». En este sentido, señala que «el Estatuto, que se aprobó hace más de 30 años, se podría revisar, ir más lejos. Yo creo mucho más en una nueva integración, creo en el federalismo desde siempre, y puede ser una de las soluciones». En todo caso, insiste: «el debate sereno, tranquilo, democrático que es lo más importante, debe aceptarse. Lo que debemos evitar, y es responsabilidad de la clase política, es todo tipo de fractura».

Respecto a los comicios del próximo día 21 y al escenario posterior a los mismos, Landaburu destaca que «las cuatro patas que siempre hemos dicho que existen en el campo político volverán a estar» representadas, y como «nadie va a tener mayoría absoluta», opina que será necesario dialogar «y ver qué quiere cada uno». En cualquier caso, aventura que «el futuro de Euskadi creo que no se planteará ni en esta legislatura ni en la próxima». Aun así, y sobre ese tema, el futuro de este pueblo, considera que «imponer sería un gran error. Ni en la sociedad vasca, ni en su caso la catalana; sería un gran error».

Dicho esto, alude a un viejo conocido de la política vasca, el anterior presidente del PNV: «Como decía Josu Jon Imaz, `ni imponer ni impedir'». «Las urnas hablarán, y cuando hablen veremos cuál es el camino que hay que seguir. Y habrá que respetar la voluntad catalana, y habrá que respetar la voluntad vasca, si efectivamente, de forma mayoritaria, con mayorías importantes, decide tomar otro rumbo», afirma.

Proceso de digestión

Además de ser testigo directo de la vida política vasca durante más de tres décadas, Landaburu ha sufrido en sus propias carnes la crudeza del conflicto. Hace once años un paquete bomba le causó graves heridas y le amputó varios dedos. Desde esa doble experiencia, personal y profesional, se refiere al nuevo tiempo abierto en este país, cuando se va a cumplir el primer aniversario del cese definitivo de las acciones armadas de ETA. «Todavía igual no lo hemos digerido del todo. Hasta anteayer había amenazados, andábamos con escoltas, yo he estado doce años con escolta, han intentado matarme, hemos enterrado a mucha gente. Ha habido una violencia muy específica de ETA, también otras violencias... creo que en este tema hay que ir sin prisa pero sin pausa», opina.

Sobre el momento actual, cree que «está todo un poco parado, a la espera de ver qué pasa después de las elecciones». «Yo lo he dicho claramente desde hace tiempo, creo que por parte del Gobierno se pueden hacer ciertos gestos, que tendría que haber hecho ya, como acercar presos, que no es abrir las cárceles, pero sería un paso muy importante. Creo que Arnaldo Otegi tendría que estar en la calle. Y eso permitiría ir avanzando en la resolución definitiva».

«El Gobierno central quizá esté presionado por la extrema derecha que hay en Madrid y ciertos medios de comunicación que impiden cualquier movimiento. Hay que mirar todo esto con perspectiva de futuro. Sería bueno que el Gobierno avanzara en este tema», apunta. Pero a continuación añade que «la izquierda abertzale y la propia ETA tienen que entrar ya en una catarsis de autocrítica, de reconocimiento del daño causado, para que automáticamente podamos avanzar. No solo con declaraciones que queden bien, sino sobre todo con gestos. Y el primero creo tiene que ser que ETA anuncie su disolución a corto plazo, si no es ya».

Sobre su postura personal, Landaburu detalla que «yo siempre he reclamado justicia y reparación y memoria. No podemos olvidar. Tenemos que pasar página de todo esto, a cada uno le ha tocado lo que le ha tocado, pero hay que leer esta página. Me parece importante a nivel colectivo, a nivel de sociedad vasca. Si logramos hacer autocrítica afrontaremos el futuro con mucha más claridad y con mucho menos dramatismo».

Respecto al anuncio de la organización armada, admite que lo recibió «con gran felicidad». «Pero -matiza- también con una sensación un poco agridulce; contento porque ETA terminaba, pero también te acuerdas de mucha gente que ha fallecido en los dos lados. Yo conocía mucho a Mikel Zabalza, he tenido un cuñado que ha estado en la cárcel muchos años, conozco las dos facetas. La pregunta que siempre me hago es ¿por qué se ha tardado treinta años en llegar donde inevitablemente íbamos a llegar? ¿Qué hemos obtenido? Dolor y sufrimiento en los dos campos. Eso es lo que más me entristece», declara.

La crisis se lo come todo

Con todo, cree que en este momento es la crisis la que sigue ocupando la mente de la ciudadanía. «La crisis económica se lo está llevando todo. La gente está preocupada, muchos no saben si mañana van a seguir trabajando, se les termina la prestación de desempleo, la gente joven se tiene que marchar... esto lo come todo, y lo demás es secundario. Importante, pero secundario». Por eso, sostiene que «gane quien gane las elecciones del 21 de octubre, tendrá una gran responsabilidad en enderezar todo esto. Y después hablaremos de Euskal Herria, del futuro o de lo que sea, pero creo que ahora la prioridad absoluta es salir de este agujero en el que estamos».

Y mirando al futuro, hace una petición: «Que dentro de cuatro años, o antes, también hablemos en clave de izquierda y derecha. Que no sea una clave continua de nacionalistas y no nacionalistas. Que, con la violencia desaparecida totalmente, empecemos a hablar también en esa clave».

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo