CRíTICA: «Resident Evil: Venganza»
Mundos virtuales salidos de una consola
Mikel INSAUSTI
Cada vez que se estrena una película basada en un videojuego la crítica de cine se pierde en polémicas que no llevan a ninguna parte. La cuestión es que «Resident Evil: Venganza» emplea un lenguaje de la era digital que tiene más de videojuego que de narrativa fílmica. Algunos críticos se acomplejan por ello y hablan de innovación en la puesta en escena de la acción, no vaya a ser que los tilden de desfasados.
Es falso, porque en la quinta entrega de la franquicia «Resident Evil» no hay nada nuevo. Todos los recursos técnicos pertenecen al repertorio de los hermanos Wachowski, y no está de más recordar que ellos estrenaron «Matrix» en 1999. Los trece años transcurridos desde entonces no han servido para definir una postura o un criterio a la hora de juzgar este tipo de productos generados por ordenador.
Es preferible utilizar el sentido común, porque al fin y al cabo de lo que estamos hablando es de adaptaciones. Cuando se adapta un cómic, por ejemplo, si la película es buena no es necesario conocer el material original, ni ser un experto en historietas gráficas, para seguirla. Lo mismo sucede si se parte de un libro, de una serie de televisión, de otra película anterior, de un cuadro, o lo que sea.
En el caso que nos ocupa se llega a afirmar que quienes suspenden «Resident Evil: Venganza», que somos la mayoría, es por desconocimiento de la franquicia y de los videojuegos en los que se inspira. Poco futuro le auguro a una forma de hacer cine que solamente va dirigida a los seguidores del producto, dejando fuera al resto del público no informado. Para Paul W.S. Anderson y cuantos aplican la fórmula serial resulta muy cómodo crear una audiencia fija desde la primera entrega, sin tener que molestarse durante las siguientes en ganar nuevos adeptos o o tener que convencer a los más escépticos.
Y qué decir de que la estrella inamovible a lo largo de la saga sea la actriz Milla Jovovich, con la que está casado. Ni en eso es original, porque la suya es idéntica a la rentable relación establecida entre el director Len Wiseman y la actriz Kate Beckinsale a cuenta de «Underworld».