ELECCIONES DEL 21 DE OCTUBRE | REFLEXIONES (X): ISAAC ROSA, ESCRITOR
«La alternativa pasa por la ruptura, por no aceptar estas reglas»
La crisis en el Estado español no se limita al bolsillo. Instituciones, clase política, modelo territorial... todo se ha puesto en cuestión. Isaac Rosa desgrana las oportunidades para construir un nuevo modelo antes de que las élites intenten imponer un recambio continuista.
Alberto PRADILLA
Madrid se ha convertido ya en otra versión de Atenas? ¿Grecia es ya el espejo donde deberían mirarse los ciudadanos del Estado español?
Hace tiempo que tenemos ese horizonte griego. Algunas de las cosas que veíamos nos parecían imposibles y, sin embargo, ya ocurren. No se si en la misma magnitud, pero hemos repetido los pasos que ha dado Grecia. Al final, uno tiende a pensar que la mantienen así para que el resto de países la tengamos como un espejo al que mirarnos. Esta es una forma de asustarnos, de decirnos que podemos acabar como ellos.
La crisis ha incrementado las protestas sociales hasta puntos inimaginables hace unos meses. Recientemente, la imagen de los diputados dentro de un Congreso bunkerizado simbolizó la fractura entre ciudadanía y buena parte de la clase política. ¿Qué cree que pensaban aquel día dentro del hemiciclo?
El Congreso cercado por policías y manifestantes, con los diputados sin poder salir, era la imagen de la crisis de régimen. Algunos de ellos querrán engañarse y creer que esto es una cosa de grupos minoritarios, pero otros muchos ya se han dado cuenta de que hay una fractura importante entre ciudadanía, clase política e instituciones. Y que puede agrandarse.
La Policía española reacciona cada vez con mayor dureza. ¿Hay miedo?
Las cargas que vimos aquel día (en referencia al 25S) son una violencia preventiva, que busca preparar el terreno. Lo peor está por venir todavía. Cuando llegue el rescate, que se da por hecho, las medidas serán mucho más duras y la contestación social va a ir a más. Evidentemente, tienen miedo de que haya una contestación grande.
El discurso del «que se vayan todos» está ganando adeptos. ¿Existe el riesgo de que triunfe un mensaje antipolítica?
No creo que se pueda equipar a todos los grupos políticos por igual, pero aquí existe un sistema heredado de la transición que ha entrado en crisis. La distancia de la gente hacia la clase política es un síntoma.
¿Solo un síntoma?
La crisis española es muy viscosa. Hay muchos elementos pero que están todos entrelazados. Existe una crisis económica con una parte europea y global. Pero también sufrimos otra muy española, muy local, que tiene que ver con el modelo de crecimiento. Esta no se puede separar de la crisis institucional y política. Existe, precisamente, por el sistema institucional que regía. Se desarrollaron grandes conexiones entre el poder económico y el poder político. No me refiero solo a corrupción perseguible judicialmente. También existen otras formas de connivencia que yo considero corrupción, aunque no sean punibles penalmente. Todo eso está tan enlazado que es muy difícil separarlo.
¿Hay solución para la crisis política?
Lo que no hay son apaños, ni arreglos para salir al paso e intentar poner algún tipo de reforma cercana. No sé si se impone un proceso constituyente, pero sí que hay que repensar muchas cosas. Está en crisis la economía, la política, la monarquía, la judicatura, los sindicatos mayoritarios... todo aquello que ha sostenido el Estado español en los últimos 30 o 40 años.
¿Cree que Mariano Rajoy agotará su mandato?
No lo sé. Siempre bromeábamos de que iba a ser «Rajoy el breve», pero él no es el problema. Pueden poner a otro del partido, o incluso a un tecnócrata, no es la pieza fundamental.
Esa sensación de indefensión, de que todo viene hecho desde Europa, genera mucho desasosiego entre los españoles.
Parte de la alternativa pasa por la relación con Europa. Debatir sobre la continuidad en el euro parecía impensable hace unos meses. Y ahora es algo que podemos reconsiderar. La UE, tal y como estaba pensada, ha fracasado y no nos interesa.
¿La alternativa viene de las plazas?
Está en construcción. La gente todavía no ve qué es lo que sustituye a esto. Se ha extendido la convicción de que esto no se sostiene, de que los fundamentos están muy podridos. El futuro estará en comprobar si somos capaces de construir una alternativa creíble antes de que nos ofrezcan un recambio de continuidad, porque también habrá quien esté trabajando ya en esto. Si somos capaces de presentar la alternativa antes de que llegue el recambio tendremos una oportunidad.
Una canción de Lendakaris Muertos, grupo punk vasco, dice «la Policía pega, los banqueros nos roban, años de univesidad y me acabo de enterar». ¿El despertar en el Estado español ha sido tardío?
Durante el último año y medio, se ha producido una toma de conciencia política por parte de gente que estaba completamente despolitizada, desmovilizada, desclasada... y que de repente han tomado conciencia. Muchos se han reencontrado, por ejemplo, como trabajadores. Pensaban que no lo eran y, con la crisis, se han dado cuenta de que lo único que tienen es su fuerza de trabajo y que, en un momento como este, son los más castigados. También hay quien que se ha descubierto como ciudadano, no solo como votante cada cuatro años. Tenemos que asumir nuestra parte de culpa por lo que ha ocurrido en todos estos años, lo que hemos permitido, y lo que hemos callado. Pero tampoco nos debería de llevar al sentimiento de culpa que quieren imponernos, ese «hemos vivido por encima de nuestras posibilidades».
Con esa frase las élites lo justifican todo.
Ese discurso es falso de raíz. No todos vivíamos igual durante los años de crecimiento y burbuja. No es cierto. Ha habido muchos que han vivido por encima de nuestras posibilidades, pero el resto, creo que no. Sin embargo, ese sentimiento de culpa ha calado. También cierto fatalismo, mirando a lo que pasa el Grecia. Frente a esto hay que oponer la alternativa que viene. No solo protestar, que también, sino también construir. Y en eso, todavía estamos un poco verdes.
¿Por dónde pueden venir las alternativas?
Por un lado, nos cuesta construirla porque, con el tipo de democracia que hemos tenido, hemos desarrollado una cultura ciudadana muy débil. Hemos tardado en reaccionar. La salida que tenemos que construir pasa por un replanteamiento general de todo lo que está en crisis. El Estado está en crisis, hay que replantearlo, y tiene que venir de una República. El estado autonómico ha fallado, ha fracasado, como podemos ver actualmente con lo que está ocurriendo en Catalunya. Las nacionalidades históricas no están cómodas, ni son viables algunas de las comunidades autónomas que se crearon durante la Transición. No tienen viabilidad económica ni razón de ser. Hay que replanteaer toda la organización política, el funcionamiento democrático, pero tamién la economía y el modelo productivo. Parece una tarea tan enorme que es fácil caer en el fatalismo, pero creo que hay que aprovechar las fisuras.
Por el momento se ha acertado a la hora de oponerse a la agenda de recortes, pero todavía cuesta visualizar su plasmación. ¿Se refiere a presentarse a elecciones o va más allá?
No consiste en formar un partido e ir a las elecciones, sino en construir una alternativa que, cada vez más, pasa por la ruptura, por no aceptar estas reglas del juego. En este juego tenemos las de perder. Si lo aceptamos y en unos meses hay elecciones y construimos la alternativa para presentarnos, seguimos llevando las de perder. Tenemos muchas urgencias que nos impone el corto plazo, y eso es lo que muchas veces nos bloquea a la hora de construir la alternativa. Pero es necesaria. Lo contrario es continuar con un régimen que no se sostiene, que se nos va a caer encima a todos.
Ha mencionado las reivindicaciones independentistas catalanas. ¿Cómo percibe la respuesta que ha ofrecido el Estado a un sentimiento que se ha incrementado exponencialmente en los últimos años?
La respuesta desde España está siendo decepcionante. No se entiende qué está pasando en Catalunya. Siguen pensando que esta es una jugada de CiU para tapar los recortes, para consguir el pacto fiscal, pero no se dan cuenta de que allí no están pensando en términos de consulta sino de cuándo se rompe definitivamente. Yo soy de los españoles que lo veo con tristeza, porque a mi realmente me apenaría. Me imagino esa España reconcentrada en su españolidad y sería horrible, inhabitable. Aunque sea por el egoísmo de no querer quedarme en esta España no quiero que se vayan los catalanes. Aunque tampoco hay voluntad por esta parte. En Catalunya sí que la ha habido durante muchos años. Muchos catalanes no querían, y seguramente no quieren, irse de España, sino de esta España.
¿Qué grado de responsabilidad tiene la izquierda española en esa falta de comprensión hacia las aspiraciones nacionales?
La izquierda española ha manejado una retórica federalista que nunca han llevado adelante. Ni PSOE ni IU lo han considerado nunca algo prioritario. Lo han tenido como un elemento más del discurso, como algo que se añade a la declaración. Ahora, en el último momento, que aparezca Rubalcaba planteando una España federal suena a «demasiado tarde».
En la CAV también se celebran elecciones el próximo domingo dentro de un contexto político bien distinto.
Desde fuera, veo que lo que iban a ser las primeras elecciones sin ETA se han convertido en otra cosa. Son los comicios de la crisis económica y de la crisis de Estado. Tengo mucho interés en ver qué gobierno se forma, qué mayoría y cómo va a ser recibido desde aquí.
ETA decretó un cese, pero todavía hay muchas cuestiones pendientes. Sin embargo, el PP ha decidido no mover un dedo.
Están teniendo sus contradicciones. Creo que han pensado que esto no tiene vuelta atrás, que ETA no volverá a las armas y que, por lo tanto, no hay que dar pasos. Seguramente, también se están equivocando. Quedan muchas cosas por resolver.
Se ha puesto de moda que los militares amenacen. ¿Sacarán los tanques en Barcelona en caso de una consulta lanzada por la Generalitat?
No se mueven porque no tienen ni para combustible... Va a haber una crisis de Estado importante, no sé si vendrá antes por País Vasco, por Catalunya o será simultánea, pero en los dos territorios se van a construir mayorias soberanistas que, evidentemente, van a replantear la relación con España. El Estado debería de ser inteligente, ver el momento y la oportunidad histórica de construir otro tipo de relación. Evidentemente a partir de lo que quieran los ciudadanos. Si estos no quieren ningun tipo de relación con España, no tiene sentido plantear un régimen federal. Pero, a partir de ahí, deberíamos aprovechar la oportunidad histórica. El problema territorial podría ser la pieza que nos diera la opción de replantear todo. Tal vez lo que ahora se vive con tanta histeria pueda ser esa oportunidad, ese empujón que nos falta. No digo que todo se caiga de golpe, pero sí que genere tal inestabilidad que haya que cambiarlo. Si somos inteligentes, si somos generosos, puede ser una oportunidad para construir algo mejor. De todos modos, no confío mucho en la inteligencia ni en la generosidad de los míos.