Juanjo Basterra | Periodista
Los ricos engordan y los políticos sumisos les defienden
En pleno debate electoral hemos vuelto a ver la preocupación de algunos políticos sobre el futuro de las pensiones y, por el contrario, callan sobre el aumento de ricos que se espera para 2017, y que no pagará impuestos, según el Global Wealth Report 2012, de Credit Suisse. Nos engañan diciendo que si Euskal Herria logra la independencia no habrá pensiones para todos, o que estas bajarán bastante. No se preocupan por activar el mercado laboral para que haya más cotizantes, pero sí para que los empresarios paguen menos cotizaciones. Saben que lo que dicen es incierto. Cada vasco, según los últimos datos del INE, cotiza entre 7.000 euros y 8.000 euros más -en números redondos- a las arcas de la Seguridad Social que otros cotizantes del Estado español. Puede ocurrir que en momentos de crisis, como el actual, donde han desaparecido alrededor de 50.000 cotizantes por los despidos, las arcas sufran, lo mismo que por rebajar las cotizaciones a los empresarios, lo que es evidente, pero en muchos años ha habido superávit. Por lo tanto, tener unas pensiones públicas y de calidad tiene que ver con la voluntad política, que ni PSOE ni PP ni PNV tienen. En el fondo pretenden trasvasar esas cantidades del sistema público al sistema privado, donde fondos y bancos hacen negocio lucrativo.
Tanta preocupación por el futuro de las pensiones y, sin embargo, no muestran la misma para conseguir que los ricachones, que cada vez engordan más sus fortunas, paguen más. Esa parte, salvo Euskal Herria Bildu, que se ha pronunciado sin medias tintas a favor de la justicia social, queda en el cesto de los olvidos. El informe de Credit Suisse es explícito: «cuando termine la crisis habrá el doble de millonarios en España». Superarán los 616.000 ricachones, frente a los 313.000 que se calcula que hay hoy, que son 87.000 menos que en 2010. El «Global Wealth Report 2012» afirma, sin embargo, que aunque son menos han aumentado sus patrimonios en un 50%, la mayoría depositados lejos del control y en inversiones en sociedades de capital variable (sicav), que tributan al 1% en vez de hacerlo al 30%, por ejemplo.
Decimos que no hay dinero, y sí que lo hay. Está en pocas manos y no paga impuestos. Así es.