KARAKORUM | Primera absoluta
Un trío ruso se recrea en el Muztagh Tower
Dmitry Golovchenko, Alexander Lange y Sergey Nilov firman la primera apertura de la dura cara noreste del sietemil del Baltoro en una actividad de 17 días. Los 2.000 nuevos metros se escalaron en estilo ligero y, en general, con mal tiempo.
Andoni ARABAOLAZA
Con motivo de la apertura rusa en el Muztagh Tower (7.284 m, Baltoro), hace escasas fechas un colega periodista escocés comentaba que la actividad la habían desarrollado en «buen estilo». Se extrañaba de la decisión adoptaba por la expedición financiada por la Federación Rusa de Montaña de escalar en estilo ligero. Venía a decir que «por allí los tiempos han cambiado».
Esa es al parecer la percepción que algunos alpinistas y medios de comunicación tienen al respecto. A los rusos se les ha colgado un sambenito equivocado. ¿Que realizan expediciones basadas en el asedio? Pues claro que sí. Pero no es la realidad que impera en las actividades de los rusos. Al parecer ese antaño telón de acero todavía sigue vigente, y es que, aunque para muchos parezca mentira, los alpinistas de esa parte del mundo saben lo que es escalar en estilo limpio, ligero, alpino... O como quieran llamarle.
Que en el año 2012 todavía haya quienes se extrañen de lo comentado deja muy a las claras que vivimos en dos mundos diferentes, que impera el desconocimiento, que se les tenga cierta tirria, que se impone cierta visión desde el centroeuropeísmo... O a saber qué.
El caso es que, durante el pasado mes de agosto Dmitry Golovchenko, Alexander Lange y Sergey Nilov firmaban la primera ascensión a la cara noreste del casi inaccesible Muztagh Tower. Una excelente actividad de la orquesta rusa bajo la batuta de Sergey Kotachkov.
Sí, firmaban la primera de esa vertiente y la quinta absoluta del sietemil. Un dato llamativo: ¡es la primera nueva ruta en nada más y nada menos que 56 años! Concretamente en 1956 el Muztagh Tower conocía la primera ascensión (arista noroeste) llevada a cabo por un equipo británico formado por John Hartog, Joe Brown, Tom Patey e Ian McNaught-Davis. Como adelantábamos, después vinieron las otras cuatro ascensiones. Con el año 2005, la todavía virgen cara noreste recibía su primera incursión. Fue objetivo de una expedición liderada por Bruce Normand. Tres años más tarde, los eslovenos Pavle Kozjek y Dejan Miskovic se embolsaban una sobresaliente línea situada a la izquierda de la pared que terminaba en la cresta a 6.500 metros de altura. En 17 horas de escalada se metían entre pecho y espalda dificultades de hasta WI5 y M5. Pero ha tenido que ser el trío ruso el que por fin ha «liberado» la cara noreste del pico del Baltoro. Y lo hacía con muy buen estilo y clase.
La expedición dirigida por Kotachkov llegaba al campo base con la lección muy estudiada y relexionada. El propio líder añade más datos: «Fue el propio Bruce quien nos mandó varias fotografías de la cara noreste de la montaña. Las estudiamos muy detalladamente, y nos dimos cuenta que el objetivo iba a ser muy duro. Se trata de un terreno muy complejo y variado, dos kilómetros de tapia con pendientes muy duras. Aunque pusimos sobre la mesa varias propuestas, finalmente nos decantamos por una línea original. Nos atraía esa idea de realizar la primera a dicha vertiente, y el objetivo lo hemos cumplido. Una vez finalizada la apertura, Dmitry, Alexander y Sergey me afirmaron que nunca realizaron una actividad tan difícil».
Sin dejar huella
Golovchenko, Lange y Nilov empezaron la escalada el pasado 8 de agosto. 17 días después (todos ellos en pared) de nuevo estaban en el campo base. Apostaron por no acarrear demasiado peso, es decir, por el estilo ligero. Portaban un petate de 30 kilos y, en su interior, entre otras cosas, una sola tienda para vivaquear y cuatro cuerdas (dos estáticas y dos dinámicas).
La escalada en sí comenzó en el glaciar a una altura de unos 5.200 metros. En ocho días de escalada superan en un terreno de nieve y hielo una pendiente media de unos 60º. Se dirigen rectos hasta una afilada arista que se encontraba en la vertical del pilar o contrafuerte de la cara noreste.
Están a 6.500 metros. A partir de esa altura se iban a topar con la clave de la vía y de toda la escalada. Allí empezaban las dificultades técnicas de una torre vertical y desplomada. Y, por si fuera poco, su roca cubierta de hielo y nieve. Vieron que no se podían escaquear, y decidieron ir rectos y escalar dicho pilar. No había otra opción. Un claro ejemplo de dichas dificultades fue que la sección entre los 6.700 y 6.900 metros les llevó un día entero. El contrafuerte terminaba a 7.100 metros, y hasta la cumbre tuvieron que subir palas de nieve y hielo menos empinadas (30º).
Cuatro jornadas después, el 25 de agosto, el trío ruso hacia cima. Llegaban con lo justo y bastante en precario. Y es que el día anterior a cima ya no contaban con comida, y en el de cumbre se les acabó el gas.
Visto lo visto, el descenso no iba a ser un camino de rosas. Fue agónico, sin comida, combustible y chupando la nieve para mitigar la sed. Necesitaron un día entero para un descenso a través de un itinerario paralelo a la arista (por la norte) de la ascensión. Peligroso y con mucho compromiso, ya que tuvieron que rapelar un buen montón de cascadas de hielo y seracs.
Un final feliz, sin mayores contratiempos, con una primera absoluta (la hasta ahora virgen cara noreste) y sin dejar nada de material en toda la ruta.
Golovchenko, Lange y Nilov firmaban en agosto la primera ascensión absoluta a la vertiente noreste del Muztagh Tower
Fueron 19 días en pared, más uno de descenso agónico. El mal tiempo fue la tónica de la actividad con 12 días de mal tiempo
Han abierto la primera ruta a la vertiente noreste del Muztagh Tower en un ataque de 19 días y en condiciones muy adversas. ¿Qué valoración hace de la actividad?
Tanto mis compañeros como yo lo tenemos muy claro: nunca hemos escalado una pared tan difícil. Tuvimos nieve virgen al principio en tramos de hasta 65º. Ello ralentizó mucho la progresión. Luego llegó la pared vertical con duras dificultades técnicas. Nos caían muchas avalanchas o coladas de nieve. Aguantábamos, nos cubríamos todo lo que podíamos, pero siempre nos salpicaban. Nos caía mucha nieve en polvo.
La tónica fue el viento suroeste. Arrastraba mucha nieve y nubes. En algunos momentos tuvimos visibilidad cero. Por esos condicionantes, en la tercera parte de la ascensión pasamos un día sin escalar encerrados en la tienda-vivac.
Cuando llegamos a la cima, casi no lo creíamos. Fue increíble hacer esta escalada. Pero tuvimos que mantenernos muy alerta, ya que todavía nos quedaba el descenso.
Por si todo ello fuera poco, tuvieron que escalar con mal tiempo, ¿no?
Así es. En total fueron 12 jornadas de mal tiempo y el resto soleado. Cuando empezamos la escalada hacía mal tiempo. Al día siguiente mejoró algo, pero en pocas horas empeoró de nuevo. Frío, cubierto, nieve... Cuando llegamos al contrafuerte la cosa cambió, pero el buen tiempo no aguantó ni una semana. Menos mal que en lo clave de la vía nos acompañó en parte en sol. Pero las condiciones de la pared eran muy difíciles: roca vertical cubierta de hielo y nieve. Por el mal tiempo, en términos generales, la escalada fue muy agotadora tanto física como sicológicamente.
Apostaron por un estilo ligero.
Sí, así lo hicimos. Llevamos cuatro cuerdas, pero una se dañó y la retiramos. No sé cuántos largo hicimos. Tengo que afirmar también que no dejamos nada de material en toda la vía; sólo nuestras huellas en la nieve y nuestra salud.
Nos decantamos por una cordada de tres y no de cuatro. Por un lado, para trabajar en mejores condiciones uno más habría sido mejor, pero no quiero imaginar cómo nos íbamos a manejar con dos tiendas.
Sin comida ni gas para el descenso.
Sabíamos que se nos iba a acabar todo, pero vimos que estábamos cerca de la cumbre. Durante el descenso no tuvimos otro remedio que chupar nieve, no para hidratarnos, sino para mitigar la sed. Fue una bajada difícil, ya que nos nevó mucho. Las coladas de nieve que volaban por las cascadas de hielo eran impresionantes.