Carlos GIL | Analista cultural
Cañerías
i akelarres para invocar al anticristo, ni las violentas acciones de siete psicópatas, ni, en definitiva, todos los monstruos imaginables. Un año más, el Festival de Sitges ha sobrevivido al fin del mundo, congregando a todos sus fieles y reivindicándose como líder mundial dentro de los certámenes de género.
La música ambiental se incrusta en los calabacines y cuando llegan a metabolizarse se convierten en ripios y en un compás mortecino que ni siquiera la entrada de los timbales hace que se despierte el interés, siempre adormilado por los cuarenta principales. No escuches más la caracola que puede llevarte a entender a Kant. Ten mucho cuidado con el sonido de las cañerías que a veces traen noticias de un tiempo futuro. Si tus ojos se acostumbran a mirar los bosques en otoño, nunca jamás llorarás por un desengaño amoroso. Esa belleza policromada en colores tierra y pasteles convierte el sueño en una sensación de placer comparable a esa nostalgia que provoca saborear el vino joven. Es como tu pelo, que cambia de tono dependiendo de tu estado emocional. Los payasos no se tiñen. Una vez un beso se perdió en una maceta y crecieron frutos secos tropicales multicolores.