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Independencia y pensiones; medias verdades y mentiras
La afirmación de que una Euskal Herria independiente no podría pagar las pensiones ha sido usada por PP y PSE a diario para agitar esta campaña. No es nada nuevo ni particular; la misma táctica del miedo se usa ya en Catalunya o en Escocia. El discurso se basa en una media verdad (un dato descontextualizado y aislado del resto de variables económicas) y también en una mentira (los datos oficiales de la Seguridad Social dicen otra cosa).Las pensiones son derechos adquiridos por los trabajadores con su cotización. En caso de independencia las cotizaciones de los trabajadores vascos se irían con ellos, no se quedarían en la Caja Única española Una Euskal Herria independiente podría evitar parte del gasto que tiene actualmente El ejemplo que está en la mente de todos es el Cupo, que el año que viene será para la CAV de 813 millones de euros según las previsiones del Gobierno español
Isidro ESNAOLA-Ramón SOLA
Abrió el fuego Antonio Basagoiti y le ha seguido Patxi López, cada vez con mayor entusiasmo, hasta instalarlo como uno de los temas omnipresentes de la campaña que acaba hoy. «Los vascos cobran pensiones gracias a España», afirma el candidato del PSE. «Con la independencia habría tortas por ellas», asegura el del PP. No cabe duda de que se trata de una cuestión muy sensible porque afecta a la totalidad de la población y en un momento de zozobra que hace que tal discurso halle suelo abonado para crecer. Pero ¿qué hay de cierto en ello, existen motivos para alarmarse?
Para empezar, ni López ni Basagoiti aclaran de dónde sacan sus datos (que por cierto han ido «bailando» en la campaña porque se empezó hablando de mil millones de supuesto déficit, se elevó luego a 1.400 y se ha bajado al final a 700). Iñigo Urkullu afirma contar con otros datos que apunta a lo contrario, es decir, a superávit.
Dentro de la lógica dificultad para hacer una evaluación exacta de una cuestión con tantas variables, los datos oficiales (Ministerio de Empleo y Seguridad e INE) dan más la razón al candidato jelkide que a los de PP y PSOE. El cuadro adjunto lo deja claro. La recaudación de la Seguridad Social sí está territorializada, por lo que podemos saber exactamente las cantidades que se recaudan en cada uno de los cuatro herrialdes. Es más, los datos se ofrecen con un alto grado de detalle. En la columna de la Tesorería de la Seguridad Social están los referidos a las cotizaciones sociales de empresas y trabajadores en Hego Euskal Herria, y en la siguiente columna aparece toda la recaudación de la Seguridad Social por todos los conceptos en el mismo ámbito geográfico (cotizaciones, cuotas de las Mutuas, desempleo, Fondo de Garantía Salarial, formación...). Como a simple vista se aprecia, es bastante mayor la recaudación que lo que se paga en concepto de pensiones.
La Seguridad Social en los cuatro herrialdes ha tenido más ingresos que gastos durante ese periodo. Hay que tener en cuenta, asimismo, que en dicho periodo alternan los años de bonanza con otros de crisis, pero en todos ellos el resultado ha sido positivo. Solo atendiendo a las pensiones, la diferencia más grande se dio en el año 2007, un año de bonanza con casi 1.200 millones de superávit. Y la diferencia más pequeña, en el año 2010 con algo más de 500 millones de superávit. Eso significa que en lo que respecta a las pensiones, la Seguridad Social en los cuatro herrialdes tiene músculo suficiente para pagar las pensiones e incluso margen para revalorizarlas. Otra cosa es que las instituciones vascas no tengan ninguna competencia al respecto.
Pero incluso en el caso de que esta variable evolucionara mal y Euskal Herria efectivamente fuera deficitaria, eso solo sería una media verdad, que habitualmente es la peor de las mentiras. Para analizar la viabilidad del sistema en su conjunto habría que reparar en qué ingresos más y qué gastos menos tendría una Euskal Herria independiente, y aquí la lista de factores a analizar resulta ya interminable.
Citemos solo algunos obvios. Basagoiti y López basan su afirmación en que la población vasca está más envejecida que la española (lo que nadie pone en duda, además de que la esperanza de vida es la más alta de Europa), pero callan al mismo tiempo que también la tasa de empleo -y por tanto el volumen de cotización- es muy superior a la media estatal (15% frente al 24%). En Euskal Herria hay y habrá más pensionistas, pero también más trabajadores y empresas para sostenerlos. Y, del mismo modo, también menos porcentaje de la Seguridad Social tiene que destinarse a prestaciones por desempleo.
Esta realidad se plasma también en el cuadro anexo, ya que se incluye una última columna que se refiere al PIB en el conjunto de los cuatro herrialdes. Si se hace un cálculo porcentual desde 2005 a 2010, se observa que en todos esos años la Seguridad Social supuso entre el 11,05% y el 11,86% del PIB, lo que es menos que la media de la Eurozona, donde por ejemplo el sistema de protección social se «comió» un 13,3% de la riqueza. Dicho de otro modo, o la cantidad de jubilados en nuestro país es menor que en Europa, o nuestro sistema de pensiones no resulta especialmente generoso. Y esto vuelve a remitir a la necesidad de que la ciudadanía vasca pueda decidir las cantidades a abonar, la forma de recaudar, las cuotas... además del sistema fiscal más apropiado.
Al margen de lo que respecta al ingreso, lógicamente una Euskal Herria independiente también podría evitar parte del gasto que tiene actualmente. El ejemplo que está en la mente de todos es el del Cupo, por el que cada año la CAV por una parte (en virtud del Concierto Económico) y Nafarroa por otra (Convenio Económico) pagan al Estado un multimillonario peaje por los servicios no transferidos, entre los que se encuentran los destinados a instituciones no deseadas como la Casa Real, el Ejército o la Guardia Civil. Pues bien, en el anteproyecto de presupuestos para 2013 entregado por el ministro Cristóbal Montoro la previsión de Cupo de la CAV es de 813 millones, o sea, una cantidad superior ya a esos 700 millones que PSOE y PP dicen que las arcas estatales aportan a los jubilados vascos.
Para no incurrir en las mismas trampas dialécticas que López o Basagoiti, hay que matizar aquí que no todo lo incluido actualmente en el Cupo sería prescindible para una Euskal Herria libre, porque algunas competencias estatales sí son necesarias y sí tendrían que implantarse. Así, Patxi López está insertando estos últimos días un argumento complementario al de las pensiones: afirma que si Euskal Herria se quedara con aeropuertos y otras infraestructuras estatales, tendría que asumir también la deuda provo- cada por las mismas.
Evidentemente, el análisis sobre todas estas cuestiones y flecos sería muy largo e imposibilita hoy un cálculo exhaustivo cerrado sobre el coste de la actual dependencia y de la futura independencia. Lo que sí queda probado es que el capítulo de las pensiones en ningún caso puede presentarse como algo aislado del resto. Y que, al fin y al cabo, Euskal Herria tendría la ventaja obvia de poder decidir su política de ingresos y gastos en función de sus necesidades. Por ejemplo, podría permitir, si fuera necesario, complementar las pensiones vía presupuestos.
López y Basagoiti no han inventado nada. El discurso del miedo económico es el más recurrente por parte de los estados que quieren evitar procesos de secesión. Cada caso es una historia, pero repasando la lista de las naciones que han alcanzado la independencia en Europa desde los años 90 no se observa que la soberanía política se haya traducido en un cataclismo económico como el que propagan López y Basagoiti.
Pero el fantasma se sigue sacando a pasear siempre que se puede. Anteayer la colega de Basagoiti Alicia Sánchez Camacho, líder del PP en Catalunya, afirmaba que esta nación tampoco podría hacer frente a sus pensiones, aunque llamativamente en este caso sí lo hacía con profusión de datos, contrariamente a Basagoiti, que parece no disponer de soporte científico para su afirmación.
Del mismo modo, el primer ministro británico, David Cameron, asegura que podrá probar que la independencia sería mal negocio para Escocia.
La cuestión económica se presume allí como la auténtica clave que decantará el referéndum de 2014.