Ysu trayectoria no ha estado precisamente bañada por pétalos de rosa. Su camino hacia el profesionalismo tuvo que sortear notables obstáculos. Hasta el punto que se vio obligado a compatibilizar entrenamientos y turnos de trabajo en una fábrica. Fueron momentos duros, en los que veía alejarse su sueño, pero el tesón y esfuerzo acabaron por dar sus frutos, cuando Enrique Martín lo fichó del Egüés para el Promesas y firmó su primer contrato. La lucha por hacerse un hueco en la élite no acabó ahí. Como otros muchos futbolistas, tuvo que hacer las maletas y marchar cedido hacia Leganés, también de la mano del técnico de Campanas, donde realizó una sobresaliente campaña, lo que le permitió regresar y debutar en Primera de la mano de Miguel Ángel Lotina.

Toda una historia de sacrificio y esfuerzo digna de un guión de Hollywood, pero que le ha servido para valorar lo que ahora está consiguiendo el capitán uhartearra. «Siempre he dicho que creo que todo lo que me ha tocado vivir ha sido una de las claves de mi éxito, haberme costado llegar hasta aquí, ver cómo se desvanecían mis objetivos, luego recuperarlos... Al final, se le da más importancia a lo que tienes entre manos y lo defiendes con uñas y dientes», confirma.

La afición también va a saber reconocer este momento único, tributando un merecido homenaje a su querido »Patxipu», aunque la delicada situación del equipo no está para muchas celebraciones. «Realmente es una pena que no estemos un poco más cómodos para poder disfrutar de ello, pero las cosas vienen así. Seguro que lo que ocurra me conmoverá, pero ahora lo importante es estar con la cabeza puesta en el Betis, y mi idea es comenzar el partido de la mejor forma posible», asegura el capitán.

Puñal, cuyos inicios en el primer equipo tampoco fueron sencilllos por su estilo de fútbol -una labor oscura, pero necesaria, más que brillante-, destaca sentirse «reconocido y valorado en mi casa». Con el paso del tiempo, su protagonismo en este último periplo de Osasuna en la máxima categoría se ha tornado esencial, hasta convertirse en el espejo donde se miran todos los chavales que dan sus primeras patadas en la cantera navarra. Él aminora tal responsabilidad: «Aunque lo tengo asumido, más que ser un referente, mi deseo es que todos esos jóvenes vean en mí a un tipo trabajador».

Y también metódico. Porque hace falta ser muy constante y tener las ideas muy claras para mantenerse durante tanto tiempo al más alto nivel. La fórmula, para el centrocampista, no es nada secreta. «Sí que se tienen que juntar unas cuantas cosas. Para empezar, alimentarse bien, descansar, tener una genética que te ayude, disponer de la suerte que te haga sortear las lesiones... Se trata de poner en práctica una buena educación deportiva en todos los aspectos, algo que al principio cuesta, pero a lo que te acabas habituando. Es importante que ello no te cueste, porque es tu profesión, de lo contrario, mala señal», advierte el uhartearra.

Eso en cuanto al aspecto físico, pero el mental es más importante todavía. «Debes tener una estabilidad familiar, con tu pareja... son detalles que te pueden generar cambios de ánimo y ello se refleja en el campo. En mi entorno más cercano procuro que mi actividad profesional no le influya demasiado, la verdad es que no me gusta hablar de fútbol con cualquiera, a mi madre es a quien más le afecta todo lo que rodea a este mundillo», reconoce con una sonrisa.

Todo ese conjunto de factores y el que se sienta un privilegiado «por bajar cada mañana a entrenar a Tajonar» han posibilitado esta longeva carrera y que vaya a destrozar todos los récords habidos hasta ahora en la historia del club navarro. Teniendo que haber hecho frente a una importante competencia una campaña sí y otra también por la llegada de refuerzos para la medular, a unos sentándolos en el banquillo y con otros compartiendo minutos sobre el césped.

De estos últimos, Puñal siempre se queda con un compañero en el doble pivote que le marcó: Pablo García. «Era un tipo muy especial, tanto en el campo como en el vestuario. Lo cierto es que me costó entender su forma de ser, porque era muy callado y reservado, pero con el tiempo descubrí que todos los días te mandaba un gesto», recuerda. Durante esta década y media también le ha dado tiempo a cultivar arraigadas amistades en el vestuario. Entre ellas, destaca la de César Krutxaga, «que la mantengo en el día a día, pero también tengo muy buena relación con Mateo, Alfredito, Cuco...».

Futuro ligado al fútbol

Un grupo que se pudo conformar a principios del presente siglo gracias a que «quince o veinte jugadores éramos de aquí, habíamos crecido juntos como futbolistas», pero que ahora resulta bastante más difícil de repetir por el trasiego de fichajes. «No es tan fácil hacer piña como antes, porque uno viene de aquí y otro de allí, aunque ello no significa que estén menos implicados con la causa de Osasuna», puntualiza.

Ese mercado tan ajetreado ha impedido que se volviese a aglutinar un nuevo bloque de jugadores navarros. No hay más que recordar las salidas en los últimos años de jóvenes talentos como Raúl García, Javi Martínez, César Azpilicueta o Natxo Monreal. Una demostración, si se le da la vuelta a la situación, de que la escuela de Tajonar ha estado funcionando, ahora que en estos últimos tiempos está bastante cuestionada. «Creo que ahora se trabaja mejor, hay más gente dedicada a ello. Es cierto que en estos momentos cuesta, pero son hornadas. De aquí han salido muy buenos jugadores, y a todos nos gustaría que en el Promesas hubiese veinte navarros pero, por lo que sea, la gente de aquí no llega al nivel necesario», matiza.

Quién sabe si en un futuro no muy lejano él pueda estar al mando de alguno de esos equipos en los que se fabrican nuevos talentos para deleite de la grada de El Sadar. «El fútbol me gusta mucho y es fácil que siga ligado a este deporte, pero no sé de qué manera, ahora mismo no veo nada que me gustaría hacer. Cuando lo dejemos, veremos si me sugieren algo que me guste», deja caer.

De momento, parece tener cuerda para rato, de hecho esta pretemporada aseguró encontrarse «muy bien, mucho mejor que otras, y, con la sanción de cuatro partidos, casi he tenido una segunda pretemporada. A ver cómo arranco y, si acabo bien esta campaña, ya hablaremos, hay que ir año a año», avanza. Esa es la filosofía de este uhartearra ya ilustre, que va a pasar con letras de oro a los libros de la historia rojilla. Ya casi retumba en el graderío el fragor del «No podrán parar a Patxi Puñal...».