Guggenheim Bilbao, quince años de travesía en gris plata
Desde que levara anclas, el impactante buque de titanio incrustado en el puente de la Salve ha navegado miles de millas sin necesidad de soltar amarras en la ría de Bilbo, a través de las retinas de casi quince millones de visitantes, de fotografías, anotaciones en bitácoras de viaje o recuerdos de añoradas vacaciones. Hablamos del Museo Guggenheim, que celebra su 15 aniversario convidando a tarta -de titanio -cómo no- a quien se acerque hoy a la pinacoteca.
Anartz BILBAO | BILBO
Un cálido 19 de octubre de 1997, con amplia presencia de personalidades políticas y celebrities internaciones, y con protestas ciudadanas a sus puertas -además de transformar por completo Abandoibarra, el proyecto suscitó un encendido debate sobre la necesidad de tan magno continente o el papel del arte vasco en él- la pinacoteca bilbaina abrió sus puertas al público con la exposición «Los Museos Guggenheim y el arte de este siglo».
La ciudad y su entorno, además de la sociedad vasca, ha cambiado mucho desde entonces. Quince años después, en un desapacible día de otoño, el director general del museo, Juan Ignacio Vidarte, hace balance de su trayectoria. «Son veinte o veintiún años desde que se inició el proyecto, con unos objetivos que se han cumplido y en algunos casos con creces, con mayor dimensión o velocidad de lo que se podía haber esperado inicialmente, por lo que estamos contentos». Objetivos que enumera: «El de aportar a Euskadi una infraestructura cultural con una proyección internacional, de ser elemento catalizador del proceso de transformación que se empezaba a dar en Bilbo, que en el plano urbanístico trae la recuperación de Abandoibarra y en el económico afecta a todo el país; y ser, además, elemento de proyección de imagen de ciudad y de país en el mundo, una referencia en positivo en un momento en el que, y hoy más, la internacionalización de todos los aspectos de la vida cobra cada vez mayor importancia».
Proyectado en titanio con una superficie de 24.000 metros cuadrados -la mitad de ellos para el espacio expositivo- por el arquitecto canadiense Frank O. Ghery, la pinacoteca bilbaina, uno de los cinco museos que la Fundación Salomon R. Guggenheim dispone en el mundo, fue construido con un presupuesto en torno a los 90 millones de euros. La previsión inicial era que acogiera en torno a 400.000 visitantes al año, «pero la realidad es que prácticamente han sido un millón de visitantes anuales, y de ellos dos de cada tres desde fuera del Estado», puntualiza Vidarte. «Además de consolidarse como institución cultural de relevancia con colección y programación que atrae a gente de todo el mundo, hemos desarrollado unos programas educativos muy sólidos. En estos quince años, alrededor de medio millón de estudiantes y educadores han pasado por el museo».
«It's cool»
Con un presupuesto de 25 millones de euros para 2012 -cifra ligeramente menor que la del año anterior-, el Museo Guggenheim Bilbao expone actualmente la obra de Egon Schiele, y cerrará la temporada con la muestra «The Sixties», del escultor sueco Claes Oldenburg (Estocolmo, 1929), que se inaugurará el 30 de este este mes.
El día de su quince aniversario el museo acogió además una nueva sesión de Art After Dark, en donde se invita al asistente a visitar las exposiciones con los ritmos electrónicos de Dj´s internacionales. En la citada ocasión, pinchan el local Auto, «El Comidista» y el canadiense Sid Lerock, residente en Colonia, como estrella principal. Resultado, aforo completo y mucha gente joven, muy-muy moderna -muchos de ellos extranjeros- animando el atrio.
Ayer, porque todo el fin de semana la entrada es libre, mucha la gente se acercó al museo. Preguntados sobre si la asistencia había sido mayor a la habitual, los trabajadores de las taquillas resoplaban: «¡Ha venido mucha gente!». Y es que aunque al día le costó animarse por la mañana, la meteorología adversa hizo que el plan resultara atractivo. A la salida de la pinacoteca damos con una cuadrilla compuesta por dos madres y sus hijas, chicas todas, que se acercaron a Bilbo desde Getxo. «Acostumbramos a venir, y como llovía, nos ha parecido buen plan». La exposición les pareció interesante, «aunque con estas de aquí para allá -en referencia a las niñas- es difícil seguirla con interés», confiesan. También procedentes de Getxo, dos parejas de sudamericanos no han tenido tiempo de acceder al museo. «Volveremos mañana», prometen. Por su parte, Jonas, un alemán veinteañero, acude con otros tres compañeros de escuela, con la que están en Bilbo. «It's cool» responde sobre el museo. Fuera llueve incesantemente, pero falta poco para que comience la Night Maraton. Entre la neblina, los alrededores del museo están en ebullición, con corredores que calientan tensos. Bilbo se anima.
¿Y mañana qué?
Volviendo con Vidarte, reconoce que «estamos en una situación económica complicada que produce incertidumbre, lo que nos lleva a ser prudentes». Sin embargo, señala que las constantes vitales de la pinacoteca son saludables, con un buen equilibrio entre los gastos y los ingresos, por tener un modelo de gestión que diversifica los ingresos. «No todos los recursos están en la misma cesta, lo que hace que podamos bandear mejor la crisis». Una tercera parte son públicos -asignados por Lakua y la Diputación de Bizkaia- «y en estos lógicamente ha habido una reducción por efecto de la crisis, pero en las otras dos hemos logrado mantener la estabilidad», en la parte que corresponde por una parte a las aportaciones privadas de miembros corporativos -se cuenta además con más de 16.000 Amigos del Museo-, y por otra los ingresos que generan las visitas (entradas, cafetería, tienda...). Fuente que sigue manando, pues el pasado verano ha sido el segundo mejor en la historia del museo, en cuanto a visitantes. A fecha de 17 de octubre, 239.711 visitantes separaban al Museo Guggenheim Bilbao de haber acogido a quince millones de visitantes.
«Al comenzar la crisis -prosigue Vidarte-, apostamos por la estrategia de reducir gastos operativos sin que estos afectaran a la programación, para evitar así entrar en un círculo vicioso: Reducir gastos en programación supondría una programación menos atractiva y esto, a su vez, derivaría en un menor número de visitantes, con menos ingresos por entradas».
En cuanto al acuerdo entre el Patronato de Bilbao y la Fundación Guggenheim, que vence a finales del 2014, «es el acuerdo de gestión, que regula cuestiones operativas, pues el acuerdo fundacional, donde se establecen las líneas maestras de la relación que ha dado origen al museo, se firmó en 1992 y tiene 75 años de vigencia» aclara Vidarte, quien además de dirigir el museo bilbaino es también director de la Estrategia Global de la Fundación Guggenheim «Prolongar el acuerdo o no corresponde a la Diputación de Bizkaia y Lakua por una parte y a la Fundación Guggenheim por otra. Por lo tanto, desde el museo únicamente podemos informar en su caso a las instituciones vascas. En mi opinión personal, creo que esta es una relación que está funcionando extraordinariamente bien para ambas partes, excediendo en sus resultados las expectativas. El museo de Bilbao juega hoy un papel muy importante en el conjunto de pinacotecas que pertenecen a esa red de instituciones Guggenheim y creo que lo razonable sería que el acuerdo fuera renovado».
En este sentido, Vidarte -apoyado por la Diputación de Bizkaia- y Blanca Urgell, actual consejera de Cultura del ejecutivo de Lakua, mostraron visiones contrapuestas de lo que debería ser la relación entre Bilbo y Nueva York. Cuestionado Vidarte sobre la sintonía de la gerencia del Museo con los distintos gobiernos, se muestra prudente. «Desde el punto de vista de la gestión, el museo trata de ser fiel a los objetivos que se definieron cuando se creó, a la directriz que ha marcado desde entonces el Patronato de la Fundación Guggenheim Bilbao, responsable de la gestión del museo. En ese sentido no ha habido ningún cambio. Evidentemente -prosigue-, si en quien ostenta la titularidad de alguna de las dos instituciones del Patronato hay un cambio respecto a lo que considera lo que debe de ser el museo, es lógico que se manifieste en una relación más concluyente o menos en sintonía con los parámetros de funcionamiento del museo».
Inmerso en su aniversario, las actividades están siendo innumerables. Destacan el ciclo Women Nights, que finalizará el 13 de noviembre con Patti Smith, o las conferencias gastronómicas de Josean Alija, del restaurante Nerua (23 de este mes) y el catalán Ferrán Adriá (9 de noviembre).
Al hablar del futuro del Guggenheim es ineludible preguntar por el proyecto Urdaibai que Vidarte asegura que «sigue estando encima de la mesa». El director general de la pinacoteca recuerda que «el proyecto es una de las iniciativas estratégicas que este museo decidió y el Patronato aprobó en lo que denominamos Visión 2020». Hace alrededor de tres años, se consideró que era el momento oportuno para analizar la estrategia para los próximos quince años y saber «dónde nos gustaría estar para mantener la posición de liderazgo». En Visión 2020, «se definieron una serie de iniciativas estratégicas para intentar mejorar el posicionamiento del museo».
Como resultado, «observamos la necesidad de añadir no más espacio, sino otro tipo de espacios, una ampliación cualitativa, no cuantitativa». El museo ofrece hoy al visitante una experiencia tradicional, «un museo urbano, centrado en obra acabada, con una visita relativamente corta». Y la reflexión realizada concluyó que «sería bueno, como complemento, ofrecer otro tipo de experiencia, más centrada en el proceso creativo» y relacionado con el medio ambiente. Una vez aprobado el proyecto, la siguiente fase era «buscarle una respuesta arquitectónica a ese programa de contenidos». Y es ahí donde se suscitó una discrepancia en el seno del Patronato -entre Lakua y la Diputación de Bizkaia-, aunque el Patronato no ha dicho que el proyecto quede cancelado. «Ante el desacuerdo se decidió no seguir adelante y dejar Urdaibai encima de la mesa». Y ahí sigue, esperando quizá a que la configuración del próximo ejecutivo de Lakua bote o hunda definitivamente la nueva nave. A.B.
Vidarte no se atreve a profetizar sobre el museo a otros quince años vista. «Me gustaría pensar que el museo celebre seguir siendo una institución cultural de referencia en el mundo». En definitiva, espera que celebre el 30 aniversario «siendo igual de relevante».