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Replegados

 

Si alguien despistado presta atención a la ceremonia de la entrega de los premios Príncipe de Asturias, se llevará la impresión de que allí en ese Principado, en el Teatro Campoamor, existe una sociedad riquísima, solemne, que se gasta cientos de miles de euros en galardonar a unos cuantos señores de todo el mundo, rodeados de oropeles, lujo, etiqueta, y todo con el fin de dar mayor gloria a los cuñados de Iñaki Urdangarin, especialmente a una periodista que se convirtió en princesa y se fue acartonando hasta convertir en una mojama con rimel, un cuerpo exento de emociones, una figura siniestra que intenta llevar la púrpura como quien lleva una cadena.

Son repliegues de una crisis, externalización de una miseria disfrazada de riqueza desbordante. El suegro de Urdangarin lo ha dicho en la India: «España se ve mejor fuera; dentro dan ganas de llorar». Si a él le dan ganas de llorar, a sus súbditos, después de llorar un rato le dan ganas de proclamar la república francesa de inmediato. Y a los que lo soportan por imposición, ni le cuento. Y eso de España es un problema para los que se sienten españoles, los primeros, pero para los que no quieren serlo también, porque hay que pagar sus juergas, sus elefantes y los maquillajes de su nuera, la periodista perdida en palacio.

Y puestos a recapitular sobre los gastos, entendiendo perfectamente que esos premios son una imagen de marca, lo que no acaba de entenderse muy bien es el derroche televisivo. Sí, claro, es la campaña de reafirmación borbónica que han emprendido desde RTVE, además entre los premiados siempre se encuentran individuos que realmente son interesantes en sus quehaceres, incluso hasta importantes, y como son globales, es decir premian a científicos, a deportistas o a artistas, siempre queda una foto para el populismo, como la de Iker Casillas del Real Madrid y Xavi Hernández del Barça, un símbolo de la deportividad, etcétera, etcétera. Pues ni así: las audiencias de estas retransmisiones son paupérrimas para todo el despliegue y el machaque publicitario que les acompaña. Hay que seguir con atención el deterioro de las audiencias de TVE, que está por encima de lo previsible.

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