Los ataques contra los rohingya causan miles de desplazados
Human Rights Watch denunció ayer que los musulmanes rohingya de Myanmar están siendo objeto de ataques «sanguinarios» por parte de budistas que han arrasado sus viviendas en algunas zonas costeras, en el marco de los enfrentamientos de las últimas semanas entre ambos grupos. La Organización de Rohingya en Gran Bretaña describió esta ola de violencia como «una campaña de limpieza étnica» y criticó la inoperancia de la comunidad internacional.
Soe Than WIN (AFP) |
Miles de personas que huyen de la nueva oleada de violencia entre budistas y musulmanes en el oeste de Myanmar se dirigen hacia los ya sobrepoblados campos de refugiados de la capital del Estado de Rajín, Sittwe, informó ayer la ONU. Tras varias semanas de relativa calma en una región bajo estado de emergencia desde junio, la violencia resurgió de nuevo entre budistas de la etnia rajín y los rohingya, una minoría musulmana apátrida considerada por la ONU como una de las más perseguidas del planeta.
Según los medios de comunicación del Estado, desde el pasado día 21, 82 personas han perdido la vida y un centenar han resultado heridas. Cerca de 3.000 viviendas han sido incendiadas.
Pero Human Rights Watch (HRW) teme que el balance «sea mucho mayor», atendiendo a los testimonios de testigos.
Amnistía Internacional pidió a las autoridades birmanas que intervengan de inmediato «para proteger a todo el mundo y romper el ciclo de discriminación y violencia».
La nueva ola de enfrentamientos ha llevado a miles de personas a huir de nuevo. «Por el momento, tenemos conocimiento de 3.200 nuevos desplazados que han llegado a los campos y alrededores» que albergan a otros desplazados en Sittwe, dijo Vivian Tan, portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). «Otros 2.500 estarían en camino», agregó.
El viernes, el portavoz del gobierno rajín, Win Myaing, aseguró que 3.000 rohingyas habían llegado en barco a Sittwe, pero les prohibieron entrar en los campos de refugiados y fueron expulsados a una isla cercana.
La violencia ha dejado más de 150 muertos desde junio en el Estado de Rajín y más de 75.000 desplazados.
«No tenemos derecho a hablar. Estamos marginados en la escena internacional», señala Oo Hla Saw, secretario general del Partido para el Desarrollo de las Nacionalidades Rajines.
«Podemos vivir con todo tipo de gente, pero no con los musulmanes de aquí (...), que son como animales», añade U Ohattama, superior del monasterio Klak Kha Mout en Sittwe.
Muchos denuncian la presencia en «sus tierras de 800.000 rohingyas», a los que ven como inmigrantes procedentes del vecino Bangladesh, que tampoco los reconoce. Y se rebelan contra la atención que concede la ONU y las ONG extranjeras a esta minoría apátrida.
Los rohingyas están sometidos desde hace décadas a restricciones de desplazamiento, tienen acceso limitado a la educación y la salud y están condenados al trabajo forzado.
La comunidad rajín querría que el mundo se interesara por su propia suerte, ya que con el 44% de la población por debajo del umbral de pobreza, según un informe de la ONU publicado en 2011, el Estado Rajín es el segundo más pobre de Myanmar, que a su vez es uno de los países más pobres del planeta.
HRW presentó ayer fotografías hechas por satélite de localidades como Kyaukpyu, en el estado de Rajine, epicentro del conflicto, que muestran más de 800 edificios destruidos en un solo día, el pasado miércoles, por budistas que han expulsado a miles de rohingya hacia el norte del país.
El subdirector de la ONG para Asia declaró que algunas informaciones, todavía sin verificar, detallan cómo miles de musulmanes intentan escapar en pequeñas barcas, sin comida ni agua, para intentar llegar a Bangladesh, país que les ha negado el estatus de refugiado desde 1992.