Iker Casanova Alonso | Escritor
21-O: resultados y reflexiones (I)
A Txomin Ziluaga
Los comicios del 21-0 han puesto punto final al primer ciclo electoral completo de la nueva fase política. Los resultados se sitúan en la línea de los anteriores y determinan una amplísima mayoría (potencialmente) abertzale y la mayor representación obtenida nunca por el independentismo de izquierda. Los datos son objetivamente muy buenos y permiten afrontar los retos inmediatos con confianza y desde una correlación de fuerzas bastante prometedora, pero... nos ha quedado un regusto amargo. La razón es doble. Por un lado, aunque para EH Bildu superar al PNV era más un reto motivador que una posibilidad cercana, la distancia que nos separa es mayor de la esperada. Por otro lado, muchos tenemos la sensación de que podíamos haber hecho más para mejorar estos resultados, antes y durante la campaña. Esta última reflexión es, paradójicamente, una invitación al optimismo. Si hemos obtenido estos resultados sin estar al 100%, ¿qué podríamos lograr si de verdad afrontamos unas elecciones aplicando toda nuestra energía política y militante?
Ahora toca operativizar estos votos convirtiéndolos en trabajo de construcción nacional y social, dentro y fuera de las instituciones. Pero antes sería conveniente hacer un repaso de las claves de estas elecciones para extraer de ellas las conclusiones que nos ayuden a mejorar nuestro trabajo tanto en el presente inmediato como en futuras citas con las urnas. Como aportación a ese debate colectivo, en este primer artículo realizaré un análisis cualitativo de los resultados de las diferentes fuerzas políticas. En el siguiente trataré de profundizar en los resultados de EHB, sus causas y las posibles vías de mejorar en un futuro.
El PNV ha ganado las elecciones con una propuesta inconcreta (por ejemplo no se ha posicionado ni sobre la independencia ni sobre la reforma fiscal, los dos temas estrella de la campaña) y un discurso basado únicamente en subrayar su imagen de buen gestor, profundamente arraigada en el imaginario colectivo de buena parte de la sociedad vasca. También hay que reconocer que ha realizado la campaña electoral más potente que se le recuerda, con un presupuesto que parecía ilimitado e incluso movilizando a su militancia, espoleada por la necesidad existencial del partido de volver a Ajuria Enea. Por otro lado, el PNV ha detectado la amenaza que suponía EH Bildu y ha valorado la posibilidad de ser superados con más seriedad de lo que lo hemos hecho nosotros mismos, por lo que nos han hecho objetivo preferente de sus ataques desde hace meses. El resultado, una victoria incontestable que sitúa al partido en la franja alta de su serie histórica. Mi impresión es que el voto prestado anti-Bildu es escaso y que los resultados han sido principalmente consecuencia de la plena activación de su base social. Aún así, el PNV ha perdido 16.000 votos desde las anteriores autonómicas.
Conclusión 1: En Euskal Herria solo se gana si se cree en la victoria y se pelea por ella con todas las fuerzas. También hay que saber detectar las demandas sociales del momento y aparecer como posible solución.
El PSOE ha conseguido in extremis suavizar una debacle que podía haber sido más profunda, improvisando a última hora un discurso de izquierdas basado en la reforma fiscal y la oposición a los recortes. Su antiguo electorado sigue estando ahí, en casa y asqueado con la dirección de su partido, pero no se ha volatilizado. Digo esto porque de cara al proceso independentista no conviene confundir el hecho de que los españolistas se hayan abstenido con que hayan desaparecido o se hayan convertido al abertzalismo. Aún así, una crisis tan profunda en un partido puede dar pie a rupturas definitivas de los lazos político-afectivos con parte de su base social dejando huérfano de referentes a un amplio espacio social de izquierda. La actitud suicida e irresponsable de la izquierda estatalista le ha impedido aprovechar esta circunstancia, lo que le condena a un periodo de invisibilidad muy peligroso.
Conclusión 2: Hay un amplio espacio de la izquierda para el que podemos ser el nuevo referente. Incorporarlos a nuestro proyecto nos permitirá no solo crecer electoralmente sino también ensanchar la base del independentismo.
El PP sigue perdido en la añoranza de un tiempo pasado que no puede disimular que consideraba mejor. Se ha revelado como un partido sin proyecto ni discurso más allá del odio y la venganza, al que la nueva situación política ha dejado desnortado. El PP gobierna el Estado con mayoría absoluta, pero en Euskal Herria representa un menguante 12% del electorado, retrocediendo a los niveles de irrelevancia que tenía en los años 80, con el agravante de que entonces no era, ni aspiraba a ser, una alternativa de poder en el Estado. Si el desgaste del PP hubiera venido dado por su supuesto ablandamiento, la última ocurrencia de la caverna para justificar el desastre, el referente natural de esa línea dura, UPyD, habría recibido un importante caudal de votos. Pero UPyD es en Euskal Herria, a pesar del apoyo de la derecha mediática, un grupo residual con tendencia a la baja.
Conclusión 3: Si no cambian de actitud, caminan hacia el ostracismo político. Este resultado es un avance hacia la resolución del conflicto. La nueva estrategia abertzale no olvida a los presos: cuando decimos que la forma de presionar al PP es hacerle pagar el más alto precio posible por su inmovilismo nos referimos a resultados como estos.
Con respecto a los resultados de la izquierda independentista, hay motivos para ver la botella medio llena. Tras los resultados de Bildu y Amaiur, muchos se apresuraron a afirmar que era un éxito coyuntural muy ligado a acontecimientos entonces recientes. Ciertamente, el carácter novedoso de una coalición histórica, lo cercano del cese de la lucha armada, la virginidad en la gestión institucional de máximo nivel y, sobre todo, la presión ilegalizadora convertida en un show mediático que dio al proyecto una enorme proyección y simpatía popular ahora han desaparecido, sustituidas por un despiadado hostigamiento político-mediático. Había motivos para pensar en un posible desfondamiento o al menos en una considerable pérdida de fuelle, idea esta alimentada sobre todo desde el PSOE, que en un momento de la campaña afirmó que EH Bildu no iba a ser segunda fuerza política y que iba a deshincharse como un soufflé. Pero no ha habido desfondamiento. EH Bildu ha perdido 7.000 votos con respecto a Amaiur, pero ha superado en mil votos los resultados de Bildu, estableciéndose sólidamente en el mítico porcentaje del 25%, con la mayor la representación de su historia en el Parlamento vascongado. Es la única formación que puede compartir con el PNV el liderazgo sociopolítico de esta parte del país y aspirar a disputarle la hegemonía institucional. Ahora bien, lo que para algunos puede ser consolidación para otros puede ser estancamiento.
Conclusión 4: Ni soufflé ni nuevo tsunami. Los resultados de EH Bildu se estabilizan, eso sí, en máximos históricos. Pero la convicción de que en estas elecciones no lo hemos dado todo nos permite afirmar con rotundidad que no hemos tocado techo y que hay varias vías de crecimiento.
Lo que es obvio es que, al margen de las valoraciones subjetivas, el objetivo expreso de la campaña de EH Bildu era poner en dificultades la mayoría del PNV, y si se formula este reto es porque se ha valorado que existen posibilidades de lograrlo o de estar cerca. Si eso no pasa, o ha fallado el análisis previo o ha fallado el mecanismo implementado para lograrlo, es decir, la campaña entendida en su sentido más amplio. En mi opinión, ese es el caso, ya que la campaña, junto a grandes aciertos y hallazgos, ha presentado importantes carencias. No hemos sido capaces de transmitir ni a la militancia ni a la sociedad el entusiasmo que se requiere para generar un cambio histórico. Además, habrá que valorar la política seguida con anterioridad, en la calle, en las instituciones y en el ámbito comunicativo. Mañana, en el próximo artículo, trataré de aportar mis reflexiones sobre todo ello.
La partida no ha hecho más que empezar. No llegábamos a estas elecciones como el tenista veterano y mediocre que en el último año de su carrera se cuela en la final de Wimbledon en la que va a ser su última oportunidad para la gloria, sino como la joven revelación que empieza a disputar finales antes de lo que sus preparadores creían y que pierde la primera ante el vigente campeón, en parte por su inexperiencia y en parte porque aún tiene que mejorar su juego. Pero ahí está la futura estrella de este deporte. Sin ninguna duda, el futuro político es de EH Bildu.