Editorial 2012/10/22 | Los angeles times
¿Separación amistosa para Escocia e Inglaterra?
(Traducción: GARA)
«Braveheart» tendrá su venganza. Así es como algunos fervientes nacionalistas escoceses retratan el anuncio de la semana pasada de que el Gobierno británico ha aprobado un referéndum sobre si Escocia terminará con su unión formal de 300 años con Inglaterra. (...).
Para los estadounidenses, educados para considerar impensable la secesión como resultado de nuestra Guerra Civil, la voluntad del Gobierno británico para considerar potencialmente su propio desmembramiento es un hecho remarcable. Pero existe un precedente: en 1993 el primer ministro John Major declaró que el Reino Unido no se opondría si la mayoría de la gente de Irlanda del Norte votase a favor de abandonar el Reino Unido y unirse con la República de Irlanda. (...).
Supongamos que los escoceses votan por la secesión. ¿Supondría una gran diferencia en sus vidas cotidianas o en las relaciones políticas y económicas de Escocia? Con el perdón de William Wallace, la respuesta es: probablemente no.(...).
Por supuesto, la identidad nacional no puede nunca medirse en libras y peniques. Escocia ya es hoy una sociedad en sí misma, así como parte de una Europa interdependiente en la que la independencia nacional no es lo que solía ser. Ni tampoco el estado de las cosas cambiaría tras una declaración formal de independencia. Eso podría explicar por qué una encuesta publicada después del anuncio de la semana pasada mostró que el 58% de los escoceses tenían previsto votar por la unión, mientras que sólo el 30% era favorable a la independencia.
Con todo, la voluntad del Gobierno británico de permitir a los escoceses decidir si se separan es un acontecimiento histórico. Pero más histórica aún sería la decisión de los herederos de Braveheart de quedarse donde están.