No está muy clara su autoría, pero corre por ahí que fue Augusto Pinochet quien dijo: «Estábamos al borde del abismo y dimos un paso al frente». Y digo que existen dudas sobre la paternidad de la cita, porque otros se la atribuyen a George Bush. Podría ser. Perfectamente. Lo cierto es que la historia nos ha dado y nos sigue regalando grandes políticos. De esos que creen que «Escrúpulos» es una isla griega. Y cierto es que el término procede del griego «scrupulus», diminutivo de «scrupus», piedra. Pero un escrúpulo viene a ser una «piedra pequeña» de esas que se te meten en los zapatos y te molestan al caminar, especialmente cuando pisas por donde no debes. Como un puñetero cálculo que te acaricia el riñón o la vejiga y te hace ver las estrellas en plena hora nona, tras años de excesos. Sensaciones, como digo, ignoradas por esos políticos para quienes la ética, la transparencia y la democracia son conceptos etéreos que dan muy bien en los discursos, pero que no conviene tomarse demasiado en serio si se quiere hacer carrera.

Uno, que a menudo peca de ingenuo, pensaba que en Euskal Herria vivíamos tiempos de alguna manera excepcionales. Tiempos en los que a todos conviene aparcar los intereses a corto plazo, levantar puentes y dejar atrás barricadas. Tiempos de altura de miras, de propuestas generosas e incluyentes, de respeto y reconocimiento, de autocrítica sincera. Tiempos de encuentro. Se hacen una idea de mi ingenuidad y su tamaño ¿verdad?

Porque si volvemos a la etimología, resulta que si el «scrupulus» era una china molesta, el «scripulum» era una moneda fenicia. Y claro, ahí la cosa cambia radicalmente y yo me caigo con todo mi equipo de los nuevos tiempos y el bla-bla-bla. La semana pasada, PP, PSOE, CCOO y PNV juntaron sus votos con un único objetivo: impedir a Bildu acceder a la presidencia de Kutxa. A pesar de que Bildu cuenta con 35 de los 75 asambleístas de la institución. A pesar de que Bildu representa hoy en día a la mayoría social y sindical de Gipuzkoa. A pesar de que Bildu apuesta por un modelo financiero humano, contrario a los desahucios. A pesar de los pesares, arrasan de nuevo los políticos y sindicalistas con muy pocos «scrupulus», pero muchos «scripulum».