Mandato popular claro y liderazgo compartido
Tras la amarga victoria de CiU y haciendo caso omiso al veredicto de las urnas en Catalunya, el Gobierno de Madrid y sus terminales mediáticas se han apresurado a dar por fracasado, por amortizado, el proceso político hacia el estado propio y la consulta a la ciudadanía. Será más difícil gobernar para la coalición catalanista, sin duda, pero presentar los resultados del domingo como un estrepitoso fracaso del soberanismo es una cuestión que tiene que ver más con la propaganda que con la realidad. Dos tercios del nuevo Parlament son partidarios del derecho a decidir y el soberanismo es socialmente muy mayoritario tras unas elecciones que dejan un mapa más transversal y complicado, que obliga a renunciar a tacticismos partidarios para gestionar un proceso soberanista que no puede pararse.
El control de los espacios y del tiempo de ese desafío tendrá que ser necesariamente compartido, especialmente con ERC, segunda fuerza que, además, capitanea la izquierda catalana, pero sin desdeñar a nadie. Si Artur Mas quiere liderar esa gran mayoría soberanista, solo podrá hacerlo desde el reconocimiento de su complejidad. CiU, como no podía ser de otra manera, ya ha dicho que el proceso sigue y que el referéndum no tiene vuelta atrás. Todos tendrán que hacer sacrificios en favor del entendimiento para poder presentar al pueblo catalán, al mundo entero, un plan y un calendario precisos, con una pregunta clara y concreta, que sea fácil de gestionar políticamente.
Formar un gobierno estable, aprobar los presupuestos y gobernar una administración en números rojos, en tiempos tan revueltos, requerirán trabajo y compromisos difíciles. Gestionar el día a día, sin embargo, no puede convertirse en una especie de carrera de vallas que obligue a salvar cada obstáculo como si fuera el último. Lo importante es levantar la mirada y hacer del amplio mandato popular soberanista el horizonte que guíe la política y la marcha del pueblo de Catalunya.