Más de una semana después de una controvertida elección interna, el principal partido de la oposición francesa, la conservadora UMP -en serio peligro de explosión-, cuenta con el expresidente del Estado francés Nicolas Sarkozy para apagar el incendio, mientras algunos reclaman la convocatoria de nuevos comicios.

Ayer, Sarkozy debía almorzar con su antiguo jefe del gobierno, François Fillon, que amenazó con recurrir a la justicia para conocer la «verdad» sobre los comicios. Fillon ha pedido que se incauten como medida de precaución las actas de las elecciones.

Según el entorno de Jean-François Copé, proclamado vencedor por un ínfimo margen, Sarkozy y él tuvieron «una larga y afectuosa conversación telefónica» justo antes del almuerzo que tenía previsto con Fillon.