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«El Estado quería meter miedo a la juventud comprometida»

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Nahikari Otaegi y Mikel Arretxe
Portavoces de los quince donostiarras en espera de sentencia

Nahikari Otaegi y Mikel Arretxe hablan en representación de los quince donostiarras que en las próximas semanas sabrán si se confirma la condena de seis años de cárcel dictada por la Audiencia Nacional española por formar parte de Segi. Su pesadilla arrancó con una redada a finales de 2007 y su situación actual se enmarca en un contexto de procesos judiciales contra numerosos jóvenes independentistas.

Imanol INTZIARTE | DONOSTIA

Quince donostiarras están a la espera de que el Tribunal Supremo tome una decisión definitiva respecto a una sentencia de la Audiencia Nacional española que les condenó a seis años de cárcel por su militancia en la organización juvenil Segi.

Seis de ellos -Mikel Arretxe, Nahikari Otaegi, Oier Lorente, Adur Fernández , Aitor Olaizola e Imanol Vicente- acudieron a la cita con GARA para explicar una situación cuyo arranque se remonta a los últimos meses de 2007.

Los otros nueve afectados son Ekaitz de Ibero, Peio Lamarka, Unai Pérez, Egoi Alberdi, Asier Mariezkurrena, Urko Picaza, Beñat Apalategi, Igor Álvarez y Ekaitz Ezkerra.

Nahikari Otaegi y Mikel Arretxe son quienes responden a las preguntas y, de paso, llaman a concentrarse cada jueves a las 19.00, hasta que se haga pública la sentencia, ante la catedral del Buen Pastor.

¿Cuándo comenzó esta pesadilla?

Nahikari Otaegi: No me acuerdo ya muy bien de las fechas exactas. Era a finales de 2007.

Mikel Arretxe: Nos detuvieron en tres redadas. Una el 30 de octubre, cuando fuimos detenidos e incomunicados siete jóvenes. Posteriormente, creo que el 7 de noviembre, hubo cuatro detenidos, pero fueron a casa de mucha más gente. La lista era de veintiséis personas.

N.O.: Un mes después, a primeros de diciembre, un grupo de personas fuimos a la Audiencia Nacional. Pedimos una vista al juez para presentarnos, sabiendo que habían ido a nuestra casa a por nosotros. Pero fuimos detenidos antes de llegar al tribunal, en Madrid mismo. Pasamos una noche en comisaría pero no fuimos incomunicados. Nos presentamos quince y, más o menos, la mitad fuimos encarcelados.

Algunos denunciaron malos tratos durante su estancia en dependencias policiales...

M.A.: Creo que de la primera redada denunciamos cinco de los siete. Uno de los que peor lo pasó fue uno de los que están absueltos.

N.O.: Y sus declaraciones han contado para acusarnos a nosotros; en la sentencia, cuentan.

¿No se tuvo en cuenta la denuncia de malos tratos?

N.O.: No, para nada.

¿Cuánto tiempo estuvieron en prisión preventiva?

M.A.: Fuimos saliendo unos a los diecisiete meses, otros a los dieciocho, a los veinte...

N.O.: Un año y medio más o menos, es lo que yo estuve.

Más tarde tuvo lugar el juicio en la Audiencia Nacional...

En julio de 2010.

¿Y cómo fue?

M.A.: Fue lo que es...

N.O.: Un circo.

M.A.: Sí, eso es. Como no declaramos fue bastante rápido, pero un poco show.

N.O.: Yo la verdad es que solo estuve el primer día, cuando me tocaba declarar, porque había tenido un hijo tres meses antes y pedí permiso para volver, porque estaba amamantando.

M.A.: Eso fue lo único positivo que sacamos del juicio.

N.O.: Al declarar los policías y decir, como siempre dicen, que los encausados declararon libre y voluntariamente, gente como por ejemplo Ekaitz de Ibero lo pasó bastante mal.

M.A.: Se puso nervioso, empezó a temblarle todo el cuerpo y tuvo un enfrentamiento con el mismo policía que le detuvo y le torturó. El otro se puso como indignado: `Pero qué me estás diciendo'. El juez ya nos dijo que íbamos a pasar unos momentos muy malos pero que `esto es lo que hay'. Dando a entender que ya sabía que ese chaval no estaba temblando porque fuese un buen actor.

¿Cuál era la petición fiscal?

M.A.: Pedía ocho años, pero los antecedentes marcaban seis...

N.O.: Por jurisprudencia.

M.A.: Es que en 2007 fueron juzgados los de Jarrai-Haika-Segi y les cayeron seis años.

¿Y tras la sentencia, ingresó alguien nuevamente en prisión?

M.A.: No. La sentencia salió en setiembre y los quince condenados recurrimos al Supremo. N.O.: Y eso tardó un año. En setiembre de 2011 tuvimos vista y en octubre o noviembre el Supremo dijo que la Audiencia Nacional tenía que volver a redactar la sentencia.

¿Por un defecto de norma?

M.A.: Sí, que el auto estaba mal hecho.

¿Así que el Supremo ni siquiera entró al fondo de la cuestión?

M.A.: Leyó y señaló: `Yo aquí no tengo nada para valorar o para sacar una sentencia firme'.

N.O.: Dijo que no se respetaba el derecho a la defensa.

M.A.: Le hizo repetir la sentencia a la Audiencia Nacional, y al mes sacó la nueva.

N.O.: Era la misma, con los mismos fallos de ortografía, pero por cada imputado se habían añadido dos o tres líneas. Por ejemplo, en mi caso se decía que un testigo había ido a declarar al juicio y reproducía su testimonio. Es un copia y pega al que le añaden declaraciones de testigos de la defensa.

Y volvieron a recurrir.

N.O.: Eso es, formalmente era una sentencia nueva y volvimos a recurrir. Y hasta ahora, hasta el pasado día 13. Es un lío.

¿Qué sensaciones tienen?

N.O.: Solo estuvieron los abogados. Los que han hablado con ellos dicen que bien, como en el juicio, las cosas van bien jurídicamente pero luego...

M.A.: Luego viene el golpe.

N.O.: El fiscal pidió que se mantenga la pena y no se sabe nada más. Calculan que tardará un mes o así.

En total han pasado ya cinco años y medio...

N.O.: La gente tiene hijos, trabajo... Cuando sales de la cárcel te preguntas: `¿Que hago? ¿Cuánto va a durar esto?'.

N.O.: Llevamos casi lo que nos piden de condena.

M.A.: Si no hubiésemos salido, los que entramos al principio este año estaríamos en la calle.

Pero si se confirma la sentencia les quedarán en torno a cuatro años y medio de cárcel...

M.A.: Eso es. Bueno, a algunos incluso los seis años, porque antes no entraron.

¿Cómo analizan la situación?

N.O.: Nuestro caso no es aislado, empieza con el proceso de Jarrai-Haika-Segi a nivel nacional, y luego dieron el paso de ir a por la gente que militaba en barrios y pueblos. Querían cortar las alas del movimiento juvenil.

M.A.: Querían meter miedo a la juventud que venía con ganas de hacer algo, con ganas de reivindicar lo que piensa. Su teoría es que `si cojo a este, le meto cuatro ostias y lo encarcelo en Soto del Real, pues ya no va a hacer nada'.

N.O.: La estrategia del Estado fue cortar el movimiento juvenil, cortar el futuro, porque entendían que la gente joven estaba comprometida.

¿Lo lograron o han fracasado?

M.A.: Es como la vida misma, contra más ostias te dan más aprendes y más ganas tienes de salir hacia adelante. La gente dice que esto no puede ser, que por qué por mover las fiestas de un barrio me tienen que llevar a una comisaría... Así que hay que seguir, porque es nuestro pueblo y porque creemos en nuestro pueblo.

N.O.: Han fracasado, pero han hecho mucho daño, te roban años, hay gente torturada, las familias...

M.A.: Aparte del gasto económico, la salud va pasando factura, son muchos viajes, mucha nieve, lluvia, mucho frío... todos los fines de semana.

N.O.: Lo mejor de esta situación es que, al margen de lo que hemos pasado, hemos seguido adelante y trabajando, haciendo lo mismo que hacíamos antes. Eso creo que hay que valorarlo.

M.A.: Aunque muchos ya nos conocíamos de vista, esto nos ha unido bastante y hemos hecho juntos un montón de cosas.

¿Cómo valoran el respaldo social?

M.A.: Creo que no hemos sido del todo conscientes de que ha habido mucha gente alrededor nuestro. Convocábamos una manifestación y aparecían 3.000 personas. Veías el Boulevard lleno y pensabas: `¿Y esto? Si somos quince tontos'. Tenemos que agradecer a los que nos han ayudado y han estado al pie del cañón. Se vio el otro día en la concentración, quietos bajo la lluvia con un paraguas para cada tres. Eso te llena mucho.

 

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«No hemos sido del todo conscientes de que había mucha gente a nuestro alrededor. Convocábamos una manifestación y aparecían tres mil personas en el Boulevard»

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