Unos Óscar sin consenso previo
Los premios más codiciados del mundo del cine llegan a su 85 edición sin un favorito claro aunque «Argo» parece llevar ventaja. Spielberg puede colocarse a la estela de John Ford y Michael Haneke dar la sorpresa. Seth MacFralene, el corrosivo creador de «Padre de familia», presentará la gala.
Jaime IGLESIAS
Se suele afirmar que los Óscar son unos premios que más que con el cine tienen que ver con el marketing. Con ser esto cierto, no lo es menos que las campañas de publicidad están destinadas a reforzar sensaciones, algo que resulta muy útil ante la falta de consenso. La cineasta Isabel Coixet lo explicó muy bien cuando fue jurado en el Zinemaldia hace algunos años: «Al final, te das cuenta de que aquí estamos siete personas con inquietudes muy distintas. Como resulta casi imposible lograr unanimidad, en lugar de premiar lo que más nos gusta, recompensamos lo que menos nos molesta». Y si esto se da en un jurado de dimensiones reducidas ¿qué no pasará en una Academia, como la de Hollywood, con cerca de siete mil miembros repartidos a lo largo y ancho del globo?
El gran reto pasa por encontrar una película de consenso: calidad contrastada, tema interesante, buenas interpretaciones... todo ello de acuerdo al canon académico, claro. Los diversos premios de las asociaciones gremiales que hay en Hollywood son un buen baremo para ir probando cómo esa propuesta de consenso va siendo aceptada y, al final, los votantes se dejan arrastrar por la corriente de cara a los Óscar.
Dudas y algunos favoritos
Este año todo apuntaba a la victoria de «Argo» ya desde setiembre (justamente cuando la película fue presentada fuera de concurso en el último Festival de Cine de Donostia). Los premios de las diversas asociaciones de críticos de EE.UU. abrieron un primer frente de duda apostando claramente por «La noche más oscura», de Kathryn Bigelow, y, finalmente, cuando llegó el momento de las nominaciones, resulta que ni Ben Affleck ni Bigelow fueron seleccionados en la categoría de dirección, que Spielberg se posicionaba como nuevo favorito con su relectura del mito de «Lincoln» y que, de paso, para añadir nuevas dosis de incertidumbre, dos cineastas en las antípodas como el austríaco Michael Haneke y el muy estadounidense David O. Russell (ese apóstol del «buenrrollismo» formado en el videoclip) se consolidaban como alternativas con «Amour» y «El lado bueno de las cosas», respectivamente.
Esta noche se resolverá el enigma pero, decididamente, la falta de consenso hace que estemos ante los Óscar más competidos de los últimos años, si bien la opción que parece tomar más fuerza es la de reservar para «Argo» el premio a la Mejor Película y conceder a Spielberg su tercera estatuilla como director (lo que le llevaría a empatar en galardones con Frank Capra y a ponerse a uno tan sólo de John Ford, probablemente los dos cineastas cuyos legados más firmemente han inspirado al responsable de «Lincoln»).
Entre los intérpretes se da por sentada la victoria de Daniel Day-Lewis como protagonista y la de Anne Hathaway como mejor secundaria por «Los miserables». Lo demás es incierto. Jennifer Lawrence parte como favorita como mejor actriz (de hecho, es la opción más segura de estatuilla para «El lado bueno de las cosas»), pero son muchas las voces que insisten en que la francesa Emmanuelle Riva podría dar la sorpresa y recibir el premio por «Amour». Las cinco candidaturas del film de Haneke invitan a pensar que, al margen de su previsible reconocimiento como Mejor Película Extranjera, algo más rascará. Imposible la opción de Mejor Película y muy difícil la de director, Emmanuelle Riva y el guión son sus otras dos bazas. En lo referente a actor secundario, todo está muy abierto. Los cinco contendientes ya saben lo que es ganar un Óscar. Tommy Lee Jones goza de un ligero favoritismo por su interpretación de Thaddeus Stevens en «Lincoln», pero el desinterés que parece mostrar el reciente premio Donostia por estos saraos hace que muchos confíen más en la opción de De Niro o en la de un Phillip Seymour Hoffman cuyo triunfo dignificaría a una de las grandes olvidadas de esta edición: «The Master», la apabullante película de Paul Thomas Anderson.
El «otro cine»
Dejando al margen los galardones más cotizados de la noche, auténtica feria de vanidades, cabe dirigir la mirada hacia otras categorías para hallar el cine que justificaría la existencia de este tipo de premios. De hecho, este fin de semana acaba de aterrizar en nuestras carteleras «Searching for Sugar Man», de Malik Bendjelloul, que parte como favorita para hacerse con el Óscar al Mejor Largometraje Documental. De no ser por los premios recibidos, este hermoso film que ilustra la búsqueda que dos sudafricanos hacen del cantautor de Detroit Sixto Rodríguez (cuyos hoy olvidados temas pusieron banda sonora a la lucha contra el apartheid sin que él fuera consciente de ello ni sus seguidores conocedores del intérprete), difícilmente hubiera podido tener distribución internacional.
Pero ni siquiera una categoría tan alejada de los focos mediáticos como la de Mejor Documental ha estado exenta, en esta edición de los Óscar carente de consenso, de controversia. El veterano cineasta Michael Moore denunciaba en su web esta semana la repatriación del director y activista palestino Emad Burnat por parte de la Policía de Los Ángeles tras aterrizar en la ciudad. Al parecer, los agentes de aduanas, tras interrogar durante más de una hora al cineasta, concluyeron no tener pruebas de que el motivo de visita alegado («ser candidato al Óscar en la categoría de Mejor Documental») fuera cierto. Y sin embargo el propio Burnat ya había estado en Los Ángeles las semanas precedentes para promocionar su película, «Five Broken Cameras", co-dirigida junto al israelí Guy Davidi y editada por la montadora baionesa Valérie Lagoarde-Ségot.
Por su parte, Disney reverdece viejos laureles y vuelve a posicionarse como referencia en el campo de la animación tanto en el largometraje (donde «Rompe Ralph» en su homenaje nostálgico al mundo de los videojuegos ochenteros parece ser el trabajo mejor posicionado para lograr el Óscar) como en el corto con «Paperman» que, como el resto de nominados en la categoría, puede verse en youtube. Entre los cortometrajes animados también destaca «Maggie Simpson in The Longest Daycare», que narra el primer día de guardería de la más pequeña de los Simpson con una crítica sutil al sistema educativo estadounidense.
En la categoría de película extranjera pocos parecen discutir el favoritismo de Haneke (pero el cineastra austriaco también fue favorito hace tres años con «La cinta blanca» y al final el Óscar fue para «El secreto de sus ojos»). En el improbable caso de que el galardón no fuera para este austríaco todoterreno (acaba de estrenar en el madrileño Teatro Real su versión escénica de «Così fan tutte», de Mozart), «No» de Pablo Larraín (Chile) y la danesa «Un asunto real» parecen las mejor posicionadas para emerger como alternativas.
La suerte está echada. Tras meses de especulaciones, premios paralelos y agotadoras campañas de marketing («Argo» y «Lincoln» son los dos títulos en cuya promoción más dinero se ha invertido), esta noche los miembros de la Academia de Hollywood sellarán el consenso sobre cuáles han sido los mejores títulos del año y, de paso, consolidarán su poder para convocar a una audiencia global en torno a los mismos.