
Txisko Fern�ndez Periodista
La ilusi�n de (casi) todos los d�as
Levantarse y ver que amanece cada ma�ana. A veces, entre la bruma, el sol consigue despertarte suavemente entrando por la ventana; en otras ocasiones no queda m�s remedio que abrir los ojos en la penumbra y dar los primeros pasos a tientas. De todas formas, de una u otra manera, amanece todos los d�as.
No por eso arrancamos siempre la jornada cargados de ilusi�n. Hay d�as que cuesta m�s echar a andar, ya sea porque te pesan los p�rpados o porque los pies no quieren seguir la rutina cotidiana. Pero (casi) siempre logramos incorporarnos.
Siempre ha sido as�, y as� ser� siempre. Al menos as� lo creo ahora. No hace falta que todas las ma�anas saludemos al nuevo d�a cantando a pleno pulm�n llenos de alegr�a. Ni es necesario ni (casi) nadie lo hace.
A esa hora en la que todav�a no se ha hecho de d�a, pero lo parece, es m�s habitual escuchar voces alteradas, no digo que (casi) siempre sean desga�itadas, o pasos trastabilados o portazos sin ton ni son. Hay que reconocerlo: cuesta ponerse en marcha y, adem�s, no nos espabilamos todos al mismo ritmo.
Quienes tienen muy clara cu�l es la ilusi�n de su vida, cu�les son sus ilusiones, tambi�n sucumben a la rutina. No es reproche, sino mera constataci�n. Es (casi) imposible comenzar cada jornada plante�ndote que esta es la definitiva, que por fin ha llegado la hora de cumplir ese sue�o que cada d�a ves m�s cerca.
Llegados a ese punto, cuando ya nos hemos desperezado convenientemente y hemos acompasado el ritmo, debemos tener en cuenta con qu� fuerzas contamos para afrontar los retos que observamos al alcance de la mano. Y es necesario estar preparados �mentalmente� para afrontar un viaje para el que, quiz�s, todav�a no estemos preparados �f�sicamente�.
En esos momentos es cuando cada cual debe aferrarse a sus ilusiones para superar las dificultades que (casi) siempre nos acechan en el pr�ximo recodo de la vida. Y es entonces cuando no se debe caer en el �ilusionismo� de la pol�tica, en esos juegos dial�cticos que no nos llevan a ninguna parte.
Es muy f�cil cambiar el mundo si (casi) todos �nosotros� remamos en la misma direcci�n. Lo dif�cil es entender por qu� no lo hemos conseguido todav�a, si �ellos� son (casi) nadie y amanece igual para todos.