El próximo jueves 28, último día del carnavalero febrero, es el elegido por Benedicto XVI para oficializar su renuncia a seguir ocupando la silla de Pedro y poner fin al pastoreo de millones de almas.

Día de Juan Casiano, uno de los Padres de la Iglesia, especialista en prédicas sobre el vicio de la fornicación. La lúbrica lujuria adopta tres formas o maneras de manifestarse: la primera como commixtio sexus utriusque o conjunción de los dos sexos, una segunda manifestación es la que se comete sin contacto con la mujer absque femineo tactu (el onanismo o pajilla, para entendernos, o las llamadas poluciones nocturnas). La que cierra la tríada de la jodienda tiene lugar en los «pliegues del alma», siendo concebida por el pensamiento y el espíritu, sine pasione corporis.

Para Casiano, la castidad es el núcleo del ejercicio ascético de los monjes; ello les obliga a la represión constante de las inclinaciones naturales, en una agotadora vigilia permanente, «así como la pureza y la vigilia durante el día predisponen a permanecer casto durante la noche, del mismo modo la vigilia nocturna fortalece el corazón y lo pertrecha de fuerzas que ayudarán a mantener la castidad durante el día», un sindormir continuo.

Agotados por el estado de continua alerta ante posibles asaltos de voluptuosos cuerpos de las pérfidas hijas de Eva o del recuerdo de sus imágenes, entre cabezada y cabezada, no vieron llegar el peligro de la proximidad de unos cuerpos que, aunque iguales, no carecían de atractivo. El Maligno, queridos niños, adquiere multitud de formas, pues sabido es que el Ser se dice de muchas maneras. Casiano, como su nombre propio indica, previno de la lujuria de casi... todo, pero al final... se le escapó el final.

Siglos condenando y avivando el fuego de la hoguera para los invertidos y los contra natura y ahora resulta que los cónclaves son más divertidos que el carnaval de Sitges.

El papamóvil resultó ser una carroza flanqueada por dos hileras serpenteantes, a modo de conga, constituidas por cardenales y guardias suizos intercalados de manera sucesiva. El combinado de la púrpura de los príncipes de la Iglesia y sus bonetes unido al policromado uniforme y las plumas de los cascos de los guardias suizos no envidia en nada la gala Drag Queen de Las Palmas de Gran Canaria.

A Benedicto, tan serio y formal, aburrido dirían algunos, el descubrimiento de tal jolgorio unido a algunas cosillas en las finanzas vaticanas y, sobre todo, su salida a la luz pública por la filtración de unos documentos robados que reflejan lo que era un silencio a voces: corrupción, pederastia, luchas de poder, malversación económica... no le ha hecho gracia, al padre padrone. Dice el representante de Dios en la Tierra que se va a casa, que está muy mayor para hacer de manager de nadie. Ni siquiera los ruegos del bello Georg Gänswein, su secretario de azules ojos y ario mentón, compatriota y hombre de su confianza, han podido impedir su decisión.

Ya no pueden seguir ocultando que al deseo de poder lo llamaron amor propio, y amor al prójimo lo que no era sino estupro.