Segundo trabajador muerto por amianto en un año en tubos reunidos
Juan Catalán Costa falleció a finales del año pasado a causa de un mesotelioma relacionado con el amianto después de haber desarrollado toda su actividad profesional en Tubos Reunidos y Nervacero. Es el segundo trabajador del Grupo Tubos Reunidos que fallece en menos de un año.
Según ha podido conocer GARA, el extrabajador de Nervacero y Tubos Reunidos Juan Catalán Costa falleció a finales del año pasado a causa de un mesotelioma pleural por haber inhalado fibras de amianto en su vida laboral. Ingresó en la planta de Tubos Reunidos de Amurrio en noviembre de 1976 y se prejubiló en agosto de 1993. Es el segundo trabajador que fallece en menos de un año, después de que en febrero del año pasado muriera Angel María González.
La empresa ha mantenido en secreto este segundo caso debido a que, según relatan a este periódico varios trabajadores, «no había ninguna medida de prevención frente al amianto en la empresa, por lo que hemos podido inhalar todo lo que nos caía». No son los únicos, porque los propios operarios reconocieron que hay otros dos trabajadores con problemas médicos debido al mineral cancerígeno.
250 trabajadores expuestos
A raíz de esta nueva muerte, se sabe que Osalan ha abierto un expediente a Tubos Reunidos y ha determinado que 120 trabajadores en activo y otros 130 prejubilados o jubilados «estuvieron en contacto con amianto», por lo que obliga a la empresa y a los servicios médicos a que realicen controles de vigilancia de la salud a estos empleados.
Algunos trabajadores constatan, según explicaron a GARA, que «por aquí también han pasado trabajadores temporales, que seguro que también fueron contaminados por las fibras de amianto». Según los listados, Juan Catalán Costa aparecía como trabajador en contacto con el amianto, pero «nunca fue reconocido médicamente». Este es un problema fundamental y, de hecho, algunos compañeros de Catalán aseguraron que «su familia denunció esa falta de control médico postocupacional sabiendo que habíamos pasado más de diecisiete años en la empresa con el amianto como testigo de nuestro trabajo».
Catalán Costa desarrolló su trabajo como «maestro en la sección de refractario de acería. Era maestro de Primera en trabajos de albañilería y dirigía el trabajo de otros oficiales y ayudantes a sus órdenes». Según comentaron J.G. y B.M., quienes aseguraron que «los trabajos que se realizaban con frecuencia en condiciones de temperaturas muy exigentes al ser muy elevadas, por lo que estábamos pocos minutos en ese lugar por el excesivo calor». Según explican, «el trabajo se desempeñaba en una gran nave en la que estaba el horno, las artesas, las cucharas, los pequeños habitáculos donde los trabajadores comían comían el bocadillo. El amianto estaba en todos los sitios. estábamos en contacto con el amianto de día y de noche».
Uso continuo de amianto
Estos trabajadores confirmaron que «el uso de amianto en las distintas naves era continuo». En el caso de Catalán, durante los primeros años de trabajo, el mantenimiento del horno, que tenía el mineral cancerígeno, se hacía cada quince días «con un cambio total de los revestimientos interiores del mismo, ya que los ladrillos refractarios y restos de materiales con los que se había forrado el horno se iban estropeando tras las sucesivas fundiciones de acero. Es lo que ocurre en esta empresa», dijeron.
También recordaron que las labores de revestimiento del amianto se realizaban a mano y recuerdan que los trabajadores «llevábamos la ropa a lavar a nuestras casas en los primeros años, con lo que nuestros familiares podrían resultar contaminados. Después se instaló una lavandería dentro de la empresa». Pero lo que advierten unos y otros es que «la empresa en ningún momento adoptó ni medidas de prevención ni realizó controles postocupacionales».
Juanjo BASTERRA