Cuando los futuros imperfectos gobiernan la gran pantalla
«Guerra Mundial Z», «Oblivion» o «After Earth» son algunos ejemplos de una temática cinematográfica que gobernará la temporada primavera-verano. Siempre expectante, el espectador se acomoda en la butaca del cine para descubrir o intuir en la pantalla todos los miedos que acechan a un planeta paranoico que pretende buscar respuestas en las invasiones zombies, extraterrestres o las creadas por la propia raza humana para comprender su caótico presente.
En los territorios de la ficción, especular acerca del futuro que nos aguarda siempre ha sido una práctica habitual que se ha saldado con resultados más que notables y al cine le ha correspondido dotar de forma esta sociedad futura que, en muchas ocasiones, apuesta por la autodestrucción. En estas escenografías cambiantes y futuras topamos con sociedades que apuestan por el logro de una utopía -una sociedad teóricamente perfecta- o, por el contrario, con sociedades temibles que amplifican todos los males habidos, la distopía.
Con la irrupción en blanco y negro del hongo nuclear, el cine quiso aprovechar al máximo las posibilidades de aquel poder devastador creado por el hombre cuyo crescendo -una carrera armamentística desbocada- derivaría hacia una guerra final y definitiva que se encargaría de colocar al ser humano ante un nuevo plano. Pero, mientras tanto, durante ese tránsito en el que las armas evolucionan hasta límites insospechados, el cine se aprovecharía de una de sus mayores fuentes, el miedo. Este hecho, este miedo, fue explotado por el cine en muchos aspectos: desde películas que intentaban informar sobre el problema real de una posible guerra nuclear, azuzar el miedo contra el diablo comunista, las mutaciones descontroladas o las fantasías post-apocalípticas más descabelladas.
Resultaría una misión casi imposible enumerar en estas líneas la multitud de filmes que se han basado en estas conjeturas. Al igual que los filmes de estreno inminente que volverán a incidir en una temática catastrofista que, por supuesto, dará cabida a una de las modas imperantes en la actualidad, el subgénero zombie.
Desde que el maestro George A. Romero convulsionara las salas de cine con su referencial «La noche de los muertos vivientes» y sus secuelas o remakes -«Zombie», «El día de los muertos vivientes», «La tierra de los muertos vivientes», etc.- el llamado Apocalipsis zombie, ha seducido a millones de espectadores. En estas películas, los zombis suelen empezar como un problema que se escapa de las manos a los hombres, pero que podría haberse evitado si hubiesen estado organizados, para, poco a poco, ir tomando un cariz apocalíptico, hasta que, llegado el momento, los pocos supervivientes que quedan, simplemente intentan sobrevivir en un mundo que ha cambiado completamente y en el que la sociedad ya se ha desmoronado.
En estos términos toparemos con una de las producciones más esperadas de la próxima temporada, «Guerra Mundial Z», una adaptación del best seller firmado por Max Brooks (escritor, guionista y actor. Hijo del director Mel Brooks y de la actriz Anne Bancroft) en el que de forma coral se relata una ficticia guerra mundial contra los zombis. Convenientemente maquillada, esta propuesta que se estrenará a comienzos de Agosto, está concebida para dinamitar las taquillas veraniegas gracias a su gran presupuesto, la presencia estelar de Brad Pitt y la dirección de Marc Foster («Monster's Ball») . El argumento gira en torno a la lucha de la humanidad contra una invasión de muertos vivientes muy diferentes a los que protagonizaron los filmes de George A. Romero. En la película de Forster, los zombis son masas informes y agresivas que no dudan en amontonarse unos sobre otros para superar cualquier obstáculo. El guión lleva la firma del cineasta y guionista Matthew Michael Carnahan y Damon Lindelof («Perdidos») y en el reparto figuran además Mireille Enos, Daniella Kertesz, James Badge Dale, Matthew Fox y David Morse. Resulta difícil saber si esta película podría considerarse post-apocalíptica, pues en la mayoría de los casos, el desastre no ha pasado, sino que continúa ahí, y continuará ahí mientras exista algún muerto viviente capaz de reactivar la epidemia.
La temática zombie también permite coqueteos con la comedia, tal es el caso de «Memorias de un zombie adolescente», una realización estadounidense que veremos en breve y que ha sido dirigida por Jonathan Levine («The Wakness»). El joven intérprete Nicholas Joult se mete en la demacrada piel de un zombi con problemas existenciales que entablará una singular amistad con la compañera sentimental de una de sus víctimas. Esta insólita relación provocará una reacción en cadena que cambiará por completo su vida, la de otros zombis y probablemente la de todo el planeta.
Más allá del desastre nuclear y post-nuclear, aparecieron en la historia del cine películas enmarcadas en la ciencia-ficción que sucedían en lejanos futuros donde, a causa de una ya lejana guerra atómica en algún momento del pasado, la humanidad había estado a punto de extinguirse, retrocediendo evolutivamente («El planeta de los simios»), o social o moralmente pese el avance de la ciencia («La fuga de Logan»). De hecho, en ese aspecto, son numerosas las obras de ciencia-ficción futurista donde se da a entender, aunque no se muestre explícitamente, que, en algún momento de su historia, la humanidad cayó en una deflagración mundial que la hizo retroceder a niveles prehistóricos y primitivos («El tiempo en sus manos»).
Siguiendo esta estela topamos con «Oblivion», la última película de Joseph Kosinski («Tron Legacy»). Para seguir la estela de este filme es necesario indagar en el diario de a bordo de la nave espacial Odyssey que durante su viaje a Marte -eterno planeta cinematográfico-, topó con un gran cubo blanco que interrumpió su ruta. Como consecuencia de este contacto, toda la tripulación de la nave desapareció sin dejar rastro. Treinta años más tarde, la Tierra se ha convertido en un lugar dantesco formado por ciudades en ruinas rodeadas por inmensas dunas negras y extrañas formaciones geológicas. Al parecer, el misterioso cubo blanco, obra de una raza alienígena ya extinguida, tenía como misión encontrar mundos potencialmente habitables y crear en ellos ambientes adecuados para esa raza. Estas son las bases dramáticas de este filme que cuenta en su reparto con Tom Cruise, Nikolaj Coster-Waldau y Morgan Freeman y que incluye entre sus referencias más evidentes el mítico monolito de «2001, una odisea espacial» de Stanley Kubrick.
Sin alejarnos en exceso de estos parámetros topamos con»After Earth», la última película de M. Night Shyamalan («El sexto sentido»). Mil años después de que una serie de cataclismos forzasen a la humanidad a abandonar la Tierra, el espectador se embarca en la Nova Prime, hogar estelar que alberga a un militar y a su hijo. En mitad de una tormenta de asteroides, su nave se avería y se estrellan contra el planeta Tierra, que ahora es un territorio desconocido y peligroso.
Will Smith y su hijo Jaden Smith encabezan los títulos de crédito de esta superproducción que incide en la sorpresa final que depara al espectador al final de este viaje incierto.
Siguiendo los parámetros de la distopía encontramos «Elysium», un filme ambientado en el año 2159 y en el que los seres humanos se dividen en dos grupos: los ricos, que viven en la estación espacial Elysium, y el resto, que malvive en una Tierra devastada y superpoblada. Jodie Foster da vida a una dura gobernante que promueve una rígida ley antimigración, cuyo objetivo es preservar el lujoso estilo de vida de los ciudadanos de la estación espacial. A pesar de ello, los habitantes de la Tierra harán todo lo posible por emigrar a Elysium. Matt Damon será el encargado de liderar una misión casi utópica, pero que cuyo éxito significaría la conquista de la igualdad entre las personas de esos dos mundos tan opuestos. Neill Blomkamp -un autor que sorprendió con su anterior filme de ciencia ficción «Distrito 9»- ha sido el encargado de redactar el guión y dirigir este filme.
También desde el Estado español se arriesgan a la hora de especular sobre nuestro futuro. Tal es el caso de Alex y David Pastor («Infectados») los cuáles has solicitado los servicios de Quim Gutiérrez, Jose Coronado y Marta Etura para protagonizar «Los últimos días», una propuesta en la que topamos con una misteriosa enfermedad que se extiende por todo el planeta y la humanidad desarrolla un pánico irracional que provoca la muerte de manera fulminante. Por este motivo, toda la población mundial se queda encerrada en los edificios.
Llegados a este punto, y jugando con los caprichos del espacio-tiempo, nada mejor que finalizar este recorrido con la última propuesta que ya podemos visionar en nuestras pantallas, «El atlas de las nubes», una excelente y arriesgada creación firmada por Andy, Lana Wachowski y Tom Tykwer los cuales han sido capaces que crear una sinfonía temporal en la que, al igual que uno de los personaje encarnados por Tom Hanks, observamos con cierta melancolía el paso del tiempo, las voces que nos acompañaron desde el pasado y un pequeño punto que un día fue habitado y que ahora -o dentro de mil años- no es más que una nota más en la gran composición estelar.
Koldo LANDALUZE
En otro tipo de películas, la causa de nuestro fin llega desde el espacio exterior y la constituyen amenazas lo bastante importantes como para tener en cuenta, ya que no sólo amenazan la propia existencia humana, sino la existencia misma del planeta. Hubo un tiempo en que a estas amenazas extraterrestres se las denominó «Comunismo» pero hoy en día simplemente se consideran extraterrestres.