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Raimundo Fitero

Abierto

 

Enjambres de micrófonos, teléfonos, grabadoras de voz, cámaras de fotos, de vídeo, periodistas, personajes y miembros de seguridad. Secuencias repetidas en calles, aeropuertos, estaciones de tren, universidades, portales de viviendas, juzgados, sedes de partidos, campos de fútbol. Lo único que escuchamos son preguntas soltadas con voz entrecortada y respuestas inexistentes. Vemos brazos, manos, trajes, pinganillos, agentes de la seguridad personal, matones, que crean espacios para que los personajes circulen, entren, salga, suban a sus autos de alta gama blindados y desaparezcan. Una reiteración que nos embrutece. Vemos manos, brazos, cables, sombras de los periodistas a la caza de no se sabe exactamente qué.

Esta acumulación de imágenes iguales, de testimonios en abierto que son de cámara cerrada, porque cierran cualquier posibilidad de transmitir más información que esos segundos de incomunicación, de alboroto que quizás son una muestra de la tensión actual pero que acaba convirtiéndose en un tipo de información de trinchera, crean confusión. Sin entrar en estados paranoicos, esta exagerada reiteración de estas secuencias, ¿qué objetivo tienen? Pueden servir para demostrar que la ministra Ana Mato tiene cosas que ocultar, y que su servicio de guardaespaldas son unos bestias que han roto el brazo a una periodista. Vale, ¿no lo sabíamos ya antes? ¿Es una manera de forzar a que hable, a que dé explicaciones? No parece.

Entonces, ¿por qué se insiste en la misma situación? Yo diría que es la muestra de una frustración. Hay que demostrar que se ha estado ahí, que se ha perseguido la noticia, pero que no hay noticia, no hay declaraciones, no existe más información que una meta-información, y además negativa. Es fruto de la debilidad estructural de las empresas periodísticas, de la precariedad en la profesión, de la sumisión a los poderes. La nefasta moda de ruedas de prensa sin preguntas o a través de una pantalla de televisión, el silencio y este acoso callejero forman parte del mismo relato. Los medios de comunicación son dependientes, y la no información, el rumor, corre por las redes y se les da categoría superior a su valor. Algo va mal.

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