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FORO SOCIAL POR EL PROCESO DE PAZ

Rechazan el desarme como condición previa y proponen flexibilidad

La directora de programas de la Fundación Berghof de Berlín, Véronique Dudouet, el que fuera miembro de la Comisión de Desarme del norte de Irlanda Aaro Suonio, y el protagonista del proceso sudafricano Robert McBride abrieron el Foro Social coincidiendo en que el desarme no es nunca la primera parte de un proceso. Dudouet alertó de los perjuicios de situar esta cuestión en el centro de todo y de abordarla sin una mínima flexibilidad.

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Ion SALGADO- Ramón SOLA | IRUÑEA

El desarme exigido por las autoridades españolas a ETA nunca debe ser una condición previa a la resolución del conflicto en Euskal Herria. Así lo cree Véronique Dudouet, directora de programas de la Fundación Berghof de Berlín, que ayer incidió en Iruñea en que no hay ejemplos de procesos con éxito que arranquen por este punto.

Doduet, que abrió el debate sobre «Desarme y desmantelamiento» en el Foro Social para Impulsar el Proceso de Paz, destacó que la entrega o destrucción de las armas es una «medida de confianza» entre las partes implicadas en un conflicto. Pero una medida que debe lograrse voluntariamente y no exigirse, y que conviene asentar sobre una serie de principios.

Entre los mismos, la relatora, que ha trabajado como coordinadora de proyectos de investigación sobre movimientos de resistencia y liberación, remarcó la necesidad de fijar bien los tiempos. En este sentido, señaló que el desarme no debe suponer un condicionante de cara a iniciar una negociación, y recordó que a veces la citada demanda, reclamada con insistencia por las autoridades españolas en el caso vasco, puede suponer una «exigencia prematura».

Además, Dodouet recordó que siempre se debe enfocar el futuro desarme con «sensibilidad», para que los combatientes de una parte no interpreten la entrega voluntaria de las armas como una rendición.

En alusión a los militantes que han permanecido durante décadas y aún siguen en la clandestinidad, apuntó que muchas veces mantienen sus armas solo por cuestiones de seguridad y citó la necesidad de mantener una cohesión organizativa durante este proceso, para evitar situaciones de nervios y caos.

De este modo, se evitarán posibles desordenes derivados de un «desmantelamiento a lo bruto», no se producirá una agresión a la identidad colectiva de una de las partes y se mantendrá abierto un cauce de comunicación con los agentes implicados. A este respecto, la experta de la fundación Berghof reivindicó la participación directa de los «combatientes» en el proceso de paz.

En un análisis muy exhaustivo, subrayó también que no hay por qué entregar las armas a la otra parte, sino que se pueden destruir por su cuenta o bien depositarlas ante una delegación internacional, como ocurrió inicialmente en Irlanda. Inclusó, sugirió, cabría desarmarse ante una representación de la sociedad civil. Dijo que no ha encontrado ejemplos de este tipo, pero dejó caer que Euskal Herria bien podría ser el primero en hacerlo.

Defendió con énfasis la intervención de organizaciones independentientes, como puede ser el grupo de verificadores internacionales en el caso vasco. Según relató, estos grupos, que han marcado el ritmo en la resolución de otros conflictos como el irlandés, monitorizan los movimientos de las partes y dan seguridad a sus militantes.

Irlanda y Sudáfrica

Junto a Véronique Dudoet, en la primera conferencia del Foro Social tomaron parte el asesor especial de gestión de crisis y seguridad internacional Aaro Suonio y el experto sudafricano Robert McBride, que pasó de militar en el MK -brazo armado del Congreso Nacional Africano (ANC)- a dirigir la Policía, y que por tanto tiene gran conocimiento directo del tema.

McBride afirmó que el proceso de desarme debe realizarse de una manera formal y verificable. Al igual que Dudouet, el exmilitante destacó el papel de los agentes internacionales.

En cuanto a la entrega de las armas, echó mano de su propia experiencia en el Umkhonto we Sizwe (MK) para recordar que ellos entregaron armas a las autoridades de países limítrofes, no a las del régimen del apartheid. Para subrayar esta posición, leyó el mensaje de rechazo expreso al desarme que trasladó en su día Nelson Mandela, luego Nobel de la Paz, al presidente De Klerk. En él le explicaba que «nuestra gente» nunca entendería que entregaran armas a un gobierno que aún utilizaba la violencia contra inocentes.

Por su parte, Aaro Suonio explicó que el desarme es una demostración «tangible y simbólica de que el conflicto se ha acabado», la prueba de que la contienda ha tocado a su fin. Sin embargo, antes de llegar a esta situación los agentes implicados deben abordar un proceso de paz basado en el dialogo y en los gestos. Más que de desarme en sentido separado, Suonio reivindicó la fórmula integral denominada DDR: desarme, desmovilización y reintegración.

La mayor parte de los periodistas asistentes al acto de Baluarte interrogaron antes de la sesión a Paúl Ríos exclusivamente sobre este tema del desarme. Luego prácticamente todos se marcharon, sin escuchar a ninguno de los ponentes.

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