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La elección de Bergoglio, un seísmo bajo control en la Iglesia católica

Un mes y dos días después de la renuncia del papa Benedicto XVI, la Iglesia católica, criticada no sin razón por su inmovilismo, ha dado un pequeño giro a su historia al elegir, por primera vez en 1.200 años, a su primer Papa no europeo y jesuita, que no pertenece a la Curia aunque la conoce bien, y del que no se espera una reforma administrativa «brutal» sino que sea capaz de responder a los problemas de su Iglesia, muy tocada también por los escándalos.

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Por primera vez, el Colegio Cardenalicio eligió a un Papa del hemisferio sur, de la América Latina que sufrió la invasión y colonización de las potencias católicas de Europa y que concentra el mayor número de católicos, sobre todo practicantes, del mundo. Por primera vez, eligió a un jesuita, una orden religiosa que normalmente está simplemente al servicio de la Iglesia, una institución muy tocada por la doble moral, la doble vida, el triunfalismo, la hipocresía y numerosos escándalos que el papa Benedicto XVI no supo o pudo atajar. La renuncia de Joseph Ratzinger y la elección del argentino Jorge Mario Bergoglio, que ha adoptado el nombre de Francisco, pretenden acabar con esos males.

El cardenal francés y arzobispo de París, André Vingt-Trois, señaló que una de las ventajas del papa Francisco es que no es un hombre de la Curia, a la que conoce bien, y sostuvo que su elección no responde a la existencia de una «crisis institucional en la que se estábamos buscando un hombre fuerte para limpiar los establos de Augias».

La evangelización, más que la reforma de la Curia romana, centraron las preocupaciones del Cónclave, agregó.

«Francisco no pertenece al sistema curial, no es tampoco del sistema italiano, pero es italo-compatible», dijo con humor el cardenal francés, quien subrayó que no es un hombre en lucha contra el sistema papal.

«¿Será capaz de responder a los problemas más difíciles y profundos? Habrá que ver si tendrá la fuerza necesaria» con 76 años, comentó a AFP el controvertido teólogo disidente suizo Hans Küng. En ese sentido, citó como «problemas globales» el papel de las mujeres, la anticoncepción, la cuestión de la ordenación de mujeres, la moral sexual en África, el celibato de los sacerdotes y la crisis de vocaciones.

Pero el nuevo pontificado podría conllevar nuevas decepciones para los descontentos con el actual modelo de la Iglesia católica. El excardenal Bergoglio será probablemente «muy abierto en cuestiones sociales pero más conservador en relación a las costumbres», indicó el vaticanista Bruno Bartolini.

Al respecto, el colectivo Església Plural, que agrupa a laicos y sacerdotes catalanes aperturistas y críticos con la actual jerarquía eclesiástica, mostró ayer su «esperanza expectante» en el nuevo Papa, del que confía que lleve a cabo «la renovación moral de las estructuras eclesiásticas», que sufren «claros síntomas de descomposición generalizada».

Tras estimar que ««ninguno de los actuales cardenales tiene un perfil progresista», agregó que la jerarquía eclesiástica «se mueve hoy entre el conservadurismo restauracionista y el conservadurismo aperturista», en el que sitúa a Francisco, a quien demandó un cambio en la curia vaticana y en todas las estructuras de poder eclesiástico, incluido el papado.

Orientaciones misioneras

Sin embargo, hay quienes estiman que no cabe esperar una «reforma administrativa brutal», aunque sí «orientaciones misioneras y una Iglesia que no se encierre en sus preocupaciones internas y en sus raciocinios europeos», como es el caso de los tres cardenales franceses que participaron en la elección de Bergoglio, André Vingt-Trois, el arzobispo de Burdeos, Jean-Pierre Ricard, y Philippe Barbarin.

Respecto a la avanzada edad del nuevo Papa, 76 años, Ricard admitió que ha sido «un verdadero problema para los cardenales» tras la renuncia de Benedicto XVI a causa del cansacio y la edad, pero precisó que otros papas como Juan XXII fue elegido con una edad avanzada «y su pontificado fue decisivo para el futuro de la Iglesia».

También destacaron su origen latinoamericano, que muestra el peso de un continente con cientos de millones de católicos y en el que muchos quieren ver el lanzamiento de un referente que contrarreste en cierta medida la influencia del líder bolivariano Hugo Chávez, que trascendía las fronteras de Venezuela, y un intento de frenar la presencia y la influencia de la Iglesia evangélica en América Latina.

Muy lejos de la Teología de la Liberación, a la que la Iglesia católica y la propia Compañía de Jesús combatieron en América Latina, sus partidarios destacan su cercanía a los pobres. Pero para el Colectivo Pichi Meisegeier de Argentina, seguidor de la Teología de la Liberación, su elección es «una mala noticia» que supondrá «la legitimación, desde América Latina, del mismo modelo conservador, patriarcal, dogmático y de principios cerrados que representaban Juan Pablo II y Benedicto XVI», más allá de su austeridad y de sus gestos de cercanía a sus fieles.

Y por representar «lo más conservador de la Iglesia del tercer mundo», este colectivo subrayó que «no es tampoco una buena noticia para los procesos de liberación» en la región.

Recordó que «no podemos hablar de un pastor, cuando en los tiempos de la dictadura cívico-religioso-militar, de la que fue parte, entregó a sus hermanos jesuitas, Orlando Yorio y Francisco Jálics, que tenían un fuerte compromiso con los más pobres de nuestro pueblo», y calificó al papa Francisco de «hombre oscuro, enfermo de poder, muy inteligente, astuto y manipulado».

El premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel intercedió ayer en favor de Bergoglio ante las acusaciones de su relación con la dictadura al asegurar a BBC Mundo que tales vínculos no existieron. «Hubo obispos que fueron cómplices, pero Bergoglio no», dijo.

misma línea

«Espero contribuir al progreso que las relaciones entre los judíos y católicos han conocido desde el Concilio Vaticano II, con un espíritu renovado de cooperación», escribió el Papa en una carta enviada a la comunidad judía en Roma y publicada en su web, en sintonía con la línea mantenida por Juan Pablo II y Benedicto XVI.

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«Confiamos en mejorar las relaciones con el Vaticano después de la elección del nuevo Papa, por el bien de toda la humanidad», señaló a AFP Mahmud Azab, asesor para el diálogo interreligioso del gran imán de Al-Azhar, Ahmad al-Tayyeb. La más alta autoridad del islam suní espera retomar el diálogo, suspendido a principios de 2011.

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«Sabemos que nuestro comandante ascendió hasta esas alturas y está frente a Cristo. Algo influyó para que se convoque a un Papa sudamericano», ironizó Maduro, quien advirtió de que Chávez puede «convocar una constituyente en el cielo» para «cambiar la Iglesia» y «que sea el pueblo el que gobierne el mundo».

La alternativa a Ratzinger en 2005

Jorge Mario Bergoglio no figuraba entre los candidatos favoritos para suceder a Joseph Ratzinger, pero fue el elegido. Tampoco lo era en 2005, cuando el cardenal alemán se convirtió en Benedicto XVI, pero durante aquel Cónclave sustituyó al también jesuita Carlos Maria Martini como la principal alternativa, aunque finalmente no se sintió preparado para mantener el pulso con Ratzinger y, tras la tercera votación, renunció. Al menos es lo que publicó la revista italiana «Limes» que, según recogió «El País», cinco meses después de la elección de Benedicto XVI difundió el supuesto diario escrito por un cardenal durante el Cónclave de abril. En torno a Bergoglio se articuló, por sorpresa, el bloque menos conservador y opuesto a Ratzinger, con el objetivo no de ganar, sino de impedir que el alemán obtuviera los dos tercios necesarios y se viera obligado a renunciar a favor de un candidato alternativo más conciliador. Pero tras la tercera votación (72-40), el miedo llevó a Bergoglio a insinuar que no se sentía preparado y un grupo de cardenales que le había apoyado respaldó a Ratzinger, que logró 84 votos, frente a los 26 del argentino. GARA

Los jesuitas, la orden católica masculina más numerosa

La Compañía de Jesús, fundada en 1539 por el vasco Ignacio de Loyola, es la orden religiosa masculina más numerosa de la Iglesia católica, con algo más de 19.000 miembros.

Tiene una estructura casi militar (obediencia absoluta), una misión clara (a mayor gloria de Dios) y, en teoría, no busca éxitos mundanos. Además de sus votos de pobreza, castidad y obediencia, profesa el de obediencia incondicional al Papa, aunque eso no impidió que tuvieran relaciones complicadas con el papado. Su superior general -ahora Adolfo Nicolás- es apodado el «Papa negro», por el color de su hábito y su influencia.

A lo largo de 400 años, ha sufrido persecuciones e incluso fue disuelta en 1773 por el papa Clemente XIV.

En el siglo XX, tras el Concilio Vaticano II y el compromiso de los sacerdotes americanos con la Teología de la Liberación, los jesuitas hicieron hincapié en la justicia social y en 1975 manifestaron su «opción preferencial por los pobres».

Muy activos en educación, desde sus inicios dirigieron los centros de educación superior más importantes de Europa. GARA

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