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Incansable e imparable, Korrika enfila en Donostia la recta final hacia Baiona

El Paseo de la Concha ayer sí fue un marco incomparable, con cientos de pies sobre su asfalto, sonrientes y aún con fuerzas, como el primer día. Korrika entró a la capital guipuzcoana por Martutene y la abandonó por Altza. Hoy la alfombra roja la tienden en Baiona, donde concluirá a las 12.30 frente al Ayuntamiento. El kilómetro 2.587, el último, lo correrán miembros de la dirección de AEK y de Korrika junto a los autores del mensaje tan bien guardado.

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Oihane LARRETXEA |

Donostia era, sin tener en cuenta a Baiona, la única capital de Euskal Herria que faltaba por recibir la visita de Korrika. Nueve días viendo y escuchando los pormenores de esta edición, esperando a que llegara su turno. Tenía ganas de participar, ya le tocaba. Sobre la mesa estaban los ingredientes perfectos para participar en ella, como si los astros se hubiesen alineado: atardecer de un sábado de primavera, temperatura agradable y un horario que solo pilló a unos pocos trabajando.

Estuvo en la capital costera durante cuatro horas, y su llegada la realizó por Martutene. El barrio más alejado del centro fue el primero en sentir el tacto del testigo. Lo llevaron, entre otros, la ikastola Arantzazuko Ama, el comité de fiestas y miembros del sindicato de transportistas Hiru.

Después, Loiola y una pequeña parte del centro antes de llegar al Antiguo. Cierto es que no todo el mundo, a pesar de ser sábado, estaba ayer fuera de sus oficinas. Fue el caso de algunos redactores y trabajadores de GARA, que dejaron por unos minutos los ordenadores para recorrer la Avenida de Tolosa. Los nervios se fueron contagiando, miradas a los relojes e impaciencia hasta que finalmente se escuchan la música y los gritos. «Badator!». Y más sonrisas.

El tópico de «marco incomparable», a costa de abusar de él, pita ya los oídos de muchos, pero ayer ciertamente lo era. La marcha cada vez iba ganando más y más euskalakaris. El túnel que comunica El Antiguo con el Paseo de la Concha fue uno de los puntos más emocionantes, al menos de los más ruidosos, porque sus paredes devolvían el sonido de los gritos. «Donostia ere, euskararen alde!».

Una pancarta enorme pedía la desanexión de Igeldo de la ciudad, reclamando que fuera el municipio número 89. La siguiente reivindicación fue la repatriación de los presos políticos vascos de la mano de Herrira, que cogió el testigo en el ecuador del paseo.

Los siguientes minutos, en gran medida, fueron para los representantes políticos. Comenzaron las Juntas Generales de Gipuzkoa. Después el alcalde de la capital, Juan Karlos Izagirre. Muy sonriente, cogió el testigo con ganas: era la primera vez que lo hacía como primer edil, ya que resultó elegido para el cargo apenas un mes después de la anterior edición de Korrika. Estuvo acompañado del equipo de Gobierno, pero también de concejales de todas las formaciones con representación en el Ayuntamiento.

Después corrieron su propio kilómetro Markel Olano y Eneko Goia, del PNV; Denis Itxaso y Enrique Ramos, del PSE; la Diputación de Gipuzkoa, con el diputado general Martin Garitano a la cabeza, y EH Bildu.

Con la Parte Vieja ya a la vista, el espacio allí estaba muy reñido. A las 15.00 habían disputado en Anoeta un partido de rugby el Aviron Baiona y el Toulon, así que desde el mediodía las calles estaban abarrotadas. Después se le sumaron cientos de personas calzando zapatillas. Muchos miraban extrañados y algún turista, a pesar de no entender nada, se animó al grupo.

Donostiako Piratak no faltaron a la cita. Esperaban en la calle Mayor, con ambiente para dar y regalar, su turno. El testigo pasó después a la viuda e hijos de Txillardegi. Este fue, precisamente, uno de los momentos más emotivos de la vuelta por la capital. Edurne Brouard y Mertxe Mugika les obsequiaron con una réplica del testigo. Con familiares de otro célebre euskaltzale fallecido, Joxemi Zumalabe, se hizo otro tanto en Egia.

Pocas líneas más quedan para animar a la gente a que acuda hoy a Baiona. La edición pondrá punto y final a las 12.30, aunque la fiesta, seguro, continuará durante horas. Ya habrá tiempo para descansar.

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