El ministro palestino para los Prisioneros, Isaa Qaraque, denunció ayer que a pesar de que el preso Samer Issawi, de 33 años, «podría morir en cualquier momento», Israel ha rechazado varias propuestas para su excarcelación. Issawi, hospitalizado en el centro médico israelí Kaplan, inició en agosto una huelga de hambre intermitente en contra de su detención en julio de 2012 bajo la acusación de haber ido a Jerusalén este, en la Cisjordania ocupada, para establecer allí «células terroristas». El sostiene que fue para reparar su vehículo.

En 2002 fue arrestado por primera vez y condenado a 26 años de prisión por ser militante del Frente Democrático para la Liberación de Palestina. El 18 de octubre de 2011, fue liberado en el marco de un intercambio entre casi un millar de presos palestinos y el soldado israelí Gilad Shalit. Posteriormente, las fuerzas isarelíes han ido deteniendo a muchos de aquellos presos esgrimiendo diversos motivos de seguridad.

Qaraque reveló que han propuesto a Israel «liberarlo en Ramallah por un tiempo y ellos se han negado. Aceptamos que fuera enviado a Europa durante algunos meses para recibir tratamiento médico antes de regresar, pero ellos se niegan». Ayer, impidieron que 12 activistas israelíes visitaran al preso palestino en el hospital. Medios israelíes indicaron que dos mujeres fueron retenidas por intentar entrar en su habitación.

Issawi es el último de los cuatro prisioneros palestinos que efectúan una huelga de hambre de larga duración. Dos pusieron fin a su protesta en febrero y el tercero fue liberado y obligado a exiliarse en Gaza por diez años.

Condiciones «catastróficas»

Pero la situación de este preso no es un hecho aislado. En una rueda de prensa ofrecida ayer en Ramallah, Qaraque calificó de «catastróficas» las condiciones médicas en las prisiones israelíes y aseguró que los presos encarcelados sufren «negligencia». Remarcó que los centros médicos en dichas cárceles no cumplen los parámetros internacionales y que 1.400 presos palestinos, de un total de 4.800, se ven afectados por la falta de asistencia. El pasado día 9, Maisara Abu Hamdyieh falleció a consecuencia de un cáncer de garganta mal atendido. Pese a que los médicos informaron de que su estado era terminal, las autoridades penitenciarias israelíes rechazaron todas las gestiones para su excarcelación. De acuerdo con el Club de los Presos, hay 25 presos palestinos con cáncer y una veintena padece enfermedades crónicas.

Qaraque instó a los medios internacionales a corroborar por ellos mismos estas denuncias. «Hablad con los detenidos y preguntadles sobre las negligencias médicas, los aislamientos, las condiciones de la cantina, torturas, métodos de interrogatorio de menores, los sanitarios y los colchones corroídos en los que duermen».