ELECCIONES EN VENEZUELA
El escudero leal que deberá conducir el proceso
PERFIL
Lugar: Caracas. > Año: 1962. > Cargo: Presidente en funciones tras el fallecimiento de Hugo Chávez. Cómo le califica el oponente: El candidato Capriles lo ha bautizado como «mentiras frescas» o «el enchufado mayor» por su presencia en el Gobierno.
A. PRADILLA
«Por algo Chávez escogió a Maduro. El, que siempre había puesto por encima a los militares, terminó situando a un civil como líder. Algo debió ver y estoy seguro de que es su lealtad». Uno de los visitantes al Cuartel de la Montaña explicaba así su visión sobre la elección de Nicolás Maduro como sucesor de Hugo Chávez. No es el único. Está muy extendida la tesis de que el líder bolivariano optó por el antiguo conductor de autobús y exsindicalista por su fidelidad a un proyecto al que se sumó casi desde el principio y en el que ha ocupado todo tipo de puestos de responsabilidad.
Maduro conoció a Chávez en 1993, cuando el líder bolivariano cumplía condena tras su intento de golpe de Estado, ocurrido un año antes. Para entonces ya militaba en organizaciones de izquierdas, especialmente en la Liga Socialista. Tras aquella primera toma de contacto, Maduro, que trabajaba desde muy joven en el metro, se sumó al Movimiento V República, la plataforma con la que Chávez lanzaría su asalto electoral a Miraflores. «Estábamos pensando en un alzamiento cívico-militar cuando el comandante nos transmitió su intención de presentarse a las elecciones», explicó el propio Maduro el pasado jueves, durante un multitudinario mitin en Caracas centrado en la figura de su antecesor.
Desde aquella campaña de 1998, el exsindicalista se convirtió en uno de los fieles escuderos de Chávez. Su pareja, Cilia Flores, es procuradora general del Estado. Ambos han permanecido junto al líder bolivariano durante todo el proceso. Como es lógico, este apoyo fue especialmente activo en fechas clave, como el golpe de Estado que sufrió en 2002.
Recientemente, un vídeo muestra imágenes de Maduro y Flores, juntos en una tarima, instando a la liberación del presidente el 11 de abril de 2002. Su perfil obrero, remarcado durante la campaña, su cercanía a las autoridades cubanas y su fidelidad al proceso constituyen las grandes bazas de un candidato con la inmensa responsabilidad de mantener la cohesión del chavismo sin Chávez.