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Restos de aparente humanidad en «Memorias de un zombie adolescente»

M.I. | DONOSTIA

Cada vez que se anuncia el estreno de una cinta de terror romántica cunde el pánico, porque automáticamente se piensa en Stephenie Meyer y su perniciosa influencia literaria sobre el fantástico romántico. Pero no, por suerte «Warm Bodies» es una película con personalidad propia.

«Warm Bodies» no reniega de los homenajes al género, concretados en Fulci o Romero, sirviéndose de la carga alegórica que conlleva. Esa alegoría hace referencia a la progresiva pérdida de sensibilidad del ser humano, atrapado por comportamientos de autómata.

Romeo y Julieta

El joven zombie se llama «R» y la humana de la que se enamora responde al nombre, no por casualidad, de Julie. Se da la circunstancia de que los muertos vivientes atraviesan por distintos estados en su enfermedad, hasta acabar reducidos a huesos. «R» todavía es consciente y se alimenta de humanos, de los que también absorbe sus recuerdos. Así, cuando devora al novio de Julie, se apropia, por así decirlo, de sus sentimientos.

Jonathan Levine sabe hacerlo divertido, casi tanto como en su recientemente aclamada comedia «50/50», donde se atreve con el tema tabú del cáncer, partiendo de un guión en el que Will Reiser vuelca sus experiencias con la enfermedad y de cómo la superó.

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