crisis institucional en nafarroa
Barcina salva su cargo sin dar la cara, pero ve agravada su minoría
La presidenta no se defiende ni UPN la reivindica en el pleno que rechazó la moción de censura. El PSN le saca del apuro, pero se niega a pactar y le exige dimitir. La oposición formada por los abertzales e I-E seguirá avanzando hacia las urnas.
Aritz INTXUSTA | IRUÑEA
Bildu y Aralar-NaBai no consiguieron ayer acabar con el Gobierno de Yolanda Barcina y poner en marcha un adelanto electoral. Como era de prever, el apoyo de Izquierda Ezkerra y Geroa Bai resultó insuficiente para sacar adelante la moción de censura. El PSN se fue a la abstención, arrojando el escenario esperado de 18 votos a favor del candidato alternativo, Juan Carlos Longás, 23 en contra (los de UPN y PP) y 9 abstenciones.
Roberto Jiménez, el líder del PSN, que tuvo en su mano derrocar a UPN, dijo a la presidenta que no podrá apuntarse el resultado como una victoria. «La moción de censura no saldrá adelante, pero no es un triunfo de Barcina ni sale reforzada», le espetó durante el debate. Jiménez no ha cerrado las posibilidades de diálogo con UPN, pero exige un nuevo rostro para reeditar el entendimiento. «El Parlamento deberá elegir a otra persona para que dirija el Gobierno, porque Barcina ya no es capaz de sumar mayorías».
El discurso del candidato Longás dejó a la presidenta con el exiguo apoyo de los cuatro parlamentarios del PP. A Barcina le bastó eso para superar la prueba de fuego de ayer, pero resulta insuficiente desde hoy. El «caso CAN» y la sombra de la corrupción planearon a lo largo de todo el debate parlamentario.
La pobreza, motor de la moción
El aspirante propuesto por los socios de EH Bildu centró su intervención en el sufrimiento de la ciudadanía ante la crisis y defendió un cambio radical en las políticas sociales y económicas, cuestionando en profundidad el modelo establecido en las últimas décadas de monopolio de UPN con el permanente auxilio del PSN. Este cambio, dijo, es la única salida viable a la amarga situación actual. «Las sociedades avanzan porque se cuestiona el statu quo. De otro modo, sobreviene la esclerosis, el estancamiento y la corrupción», apuntó Longás.
Su discurso estuvo centrado en los principios de izquierda, pegado a los problemas sociales. «El coste de la crisis lo están pagando los grupos sociales más débiles. No es demagogia, no es populismo, es la tozudez de los datos», señaló el profesor de Económicas de la Universidad Pública de Nafarroa. Entre los números sobre los que apuntaló su discurso destacaron que más de la mitad de los menores de 24 años no disponen de empleo y que un tercio de quienes tienen menos de 16 años «está en riesgo de pobreza». Longás también entresacó cifras más técnicas, como que (además del paro) los sueldos son un 3% más bajos que hace un año, mientras que los beneficios empresariales han subido un 2,8%.
Unas bases para el cambio
Por todo ello, Longás sostiene que «es hora de pasar de interpretar el mundo a cambiarlo». Bajo el brazo traía una batería de medidas urgentes para dar la vuelta a la situación y que iban desde la revisión de la renta básica o la creación de un banco de viviendas que dé salida a la situación de los desahuciados hasta la derogación de la subida de sueldos de los altos cargos (tras su renuncia a las dietas de UPN) y la supresión de los recortes educativos. Según afirmó el candidato, «cada vez que el Gobierno habla de racionalización, eficacia o eficiencia, hay personas y grupos sociales que quedan en la intemperie».
Longás también cargó contra la línea de flotación de UPN, a quien acusó de permitir que la soberanía navarra se diluya en el proceso de recentralización que el PP está llevando desde Madrid, al amparo de la crisis. Frente a las acusaciones que UPN le lanzó de querer acabar con Nafarroa, el candidato respondió que «obras son amores».
Longás atrajo para sí los apoyos de Izquierda-Ezkerra y Geroa Bai, quienes comparten que la situación de la ciudadanía ha acabado ya con la hegemonía de UPN. José Miguel Nuin, portavoz de I-E, considera que Barcina aguanta «atrincherada» y le acusó de temer tanto una cuestión de confianza como una llamada anticipada a las urnas. «En Navarra, mes a mes, crece la desigualdad, la pobreza», apuntó el líder de I-E.
Nuin entiende que ha llegado la hora de revertir la situación y que, más que un fracaso, la moción puede suponer un avance de cara al vuelco definitivo. «Después de la moción de censura toca pasar de las palabras a los hechos, que la mayoría social de Navarra se ponga de acuerdo y alcance un consenso suficiente y sólido».
I-E tiene muy clara la unidad que busca. «Queremos la foto de la huelga del 29 de marzo, a la que se acudió en dos convocatorias distintas, pero por motivos coincidentes», simbolizó Nuin, que recuerda la protesta como la mayor que ha habido en décadas en Nafarroa.
Puentes rotos y vías nuevas
El parlamentario Manu Ayerdi defendió la posición de Geroa Bai a favor del adelanto electoral, pero también tendiendo la mano a esos acuerdos de futuro. «El Gobierno está agotado y nosotros seguiremos trabajando por una alternativa que sea sostenible», afirmó el líder del Napar Buru Batzar.
Ayerdi remarcó que el paso por las urnas puede dar un nuevo juego de mayorías capaz de estabilizar a Nafarroa y afrontar «el reto de sacar a Navarra de la crisis». El portavoz auguró que UPN se ha dejado fuera de juego a sí mismo, al destrozar sus cauces de diálogo con el resto de formaciones políticas, porque «ha roto puentes con el PSN, nunca los ha tenido con I-E, y en el caso de EH Bildu y Geroa Bai, lejos de plantearse construirlos, sigue recurriendo a la descalificación fácil».
La moción ha podido servir para activar y acelerar un acuerdo entre EH Bildu, Geroa Bai e I-E. Pero aún existen recelos que limar y tanto Nuin como Ayerdi manifestaron dudas sobre la oportunidad de la moción. Nuin instó a dejar de lado confrontaciones identitarias y Ayerdi sacó a relucir unas pintadas en el batzoki de Altsasu como un escollo para el entendimiento.
La «mayoría social» existe
El PSN llegó a la moción de censura en una posición incómoda. La evidencia de que existen ganas de alcanzar un acuerdo con fuerza suficiente como para apear del poder a Barcina le dejó en tierra de nadie. Roberto Jiménez llegó a decir que «la mayoría social que quiere el cambio existe» e incluso que hay que ser capaz de «devolver la esperanza y la ilusión» a esa mayoría social.
Sin embargo, los condicionantes que pone Jiménez para devolver esa «esperanza» a la mayoría social que exige el cambio pasan por la renuncia al independentismo de las fuerzas abertzales. Además, el PSN reiteró el discurso de que, aunque ha habido pasos en la resolución del conflicto, ETA todavía existe y todo lo andado resulta «insuficiente». El líder del PSN también dejó claro que entiende el «cambio» como una palabra vacía. Y que el cambio que quiere su partido es muy distinto que el que quieren los demás.
Jiménez se proclamó socialdemócrata y aseguró estar muy alejado de los modelos bolivarianos, que cree que son el referente de Bildu. De otra parte, rescató el discurso de que una Nafarroa o una Euskal Herria independiente quedaría fuera de la UE «inmediatamente».
Frente a esta postura, Maiorga Ramírez (Bildu) emplazó a los parlamentarios del PSN a «obrar en conciencia y dar una oportunidad a la esperanza de las personas antes de que la pierdan». Le recordó que en las calles hay pobreza y calificó su abstención como un «cruel garrotazo» a una alternativa a UPN.
Por su parte, Txentxo Jiménez, de Aralar-NaBai, puso sobre la mesa que este bloque de izquierdas que se atisbó ayer «puede pasar por encima al PSN» y que, como su líder siga en esa misma línea, «nadie le va a esperar». El parlamentario cuestionó la abstención del PSN, acusándole de aparentar una falsa equidistancia. «Diálogo con todos, pero gobierno con UPN... hay que joderse», ironizó.
I-E también azuzó a los parlamentarios del PSN, instándoles a dejar de una vez de echar capotes a Barcina. El PSN intentó devolver la crítica yéndose al plano más interno. Jiménez introdujo en el debate que un sector de I-E fue crítico con el apoyo a Longás y sacó a relucir la figura de Jesús Urra (Batzarre), uno de los más reacios.
Estas y otras riñas de corte partidistas, alentadas también por el portavoz de UPN, desviaron la atención del núcleo del discurso del aspirante. Longás quiso que se debatiera sobre la situación que se vive fuera de los muros del Parlamento, pero las cuitas entre siglas volvieron a emerger como un problema.
La votación de ayer no fue secreta sino uno por uno, dado que era una sesión especial. En los pasillos corrió el rumor malicioso de que, si de verdad nadie se enterara de quién vota cada cosa, algún parlamentario de UPN le habría dicho «no» a Barcina.
intervenciones: resto de grupos
La defensa de Barcina quedó exclusivamente en las manos de Carlos García Adanero, portavoz parlamentario de UPN, pero ni siquiera aludió a la presidenta -tampoco al caso de la CAN- y se limitó a esgrimir que gobernar en época de crisis es difícil. Al margen de ello, sí dejó varias afirmaciones significativas. Tenían que ver con el tono que utilizó, entre la socarronería forzada y una despreocupación fingida, con las que intentaba reflejar que la moción era un fracaso porque no iba a alcanzar la mayoría y que en consecuencia se estaba perdiendo el tiempo. Para remarcar esto último, gastó muy pocos minutos en sus intervenciones.
Una de las frases más destacables fue la de que «si hubiera elecciones, el resultado sería similar». García Adanero apuntó que las urnas siempre han sonreído a UPN y han derrotado a los abertzales. No parece haber percibido cambio alguno en los últimos años que pueda modificar esta realidad. Lo único que admitió es que hay una situación de fuerte crisis económica que entiende que los abertzales utilizan ilegítimamente para reivindicar la independencia.
En el mismo intento de ridiculizar la iniciativa, el portavoz de UPN llegó a afirmar que «yo no tengo claro que fuera a haber elecciones» si Longás se hubiera impuesto. «Señor Nuin -advirtió en tono jocoso al portavoz de I-E-, yo que usted les haría firmarlo, porque una vez ahí [en el Gobierno], ya no se mueven».
Una vez más, UPN trató de presentar esta iniciativa conjunta como una ofensiva «de Batasuna», por lo que consideró inaceptable que otras fuerzas apoyaran la moción y que el PSN compartiera algunos mensajes. García Adanero habló de operación de «marketing» y en este sentido afirmó que «han conseguido el objetivo: publicidad gratuita».
En este contexto, también trató de sembrar dudas sobre el candidato de esta moción de censura de consenso, Juan Carlos Longás. Adanero lo situó como una muestra de que la moción se daba por fracasada de antemano, «porque en otro caso hubieran elegido un `batasuna pata negra'».
Mirando ya para adelante, el portavoz de UPN reclamó que una vez que la moción de censura fuera derrotada no se vuelva a plantear la demanda de adelanto electoral. En su opinión, es «lo democrático» tras la votación parlamentaria de ayer. R.S.