Isabel Coixet prueba con el cine teatral, dirigiendo a Candela Peña y Javier Cámara como únicos intérpretes de la función. Ya probó algo parecido con «Elegy», rodada en inglés para adaptar una novela de Philip Roth, y donde destacaba el duelo actoral entre Penélope Cruz y Ben Kingsley. Esta vez ha radicalizado la fórmula, desnudándola de artificios, de acuerdo con su creciente interés por el documental.

«Ayer no termina nunca» se inspira libremente en la pieza teatral «Gif» de la holandesa Lot Vakemans, introduciendo experiencias de su entorno personal, como la pérdida de un hijo por parte de unos amigos de la cineasta catalana. Precisamente, quiere ser una representación de lo que ocurre hoy en día a nuestro alrededor. Las cosas van mal y nadie puede negarlo, así que, sin llegar a un tono apocalíptico, sí que la obra destila un inevitable pesimismo.

La acción se sitúa en el año 2017, cinco después de la fecha de rodaje, para remarcar que la situación no va a cambiar, ni va a mejorar. Es una manera de decir que la crisis va para largo y que la recesión se mantendrá instalada en nuestras vidas.

Candela Peña y Javier Cámara encarnan a una pareja separada, que se cita a los cinco años de su ruptura definitiva. El reencuentro pone de manifiesto que todo sigue pendiente, que nada tiene visos de resolverse. Los dos arrastran el dolor de una pérdida, a la vez que intentan afrontar de diferente manera los problemas económicos. Ella sobrevive en Barcelona, durmiendo en un coche abandonado. Él, por su parte, tuvo que emigrar a Alemania y ahora regresa en un coche alquilado. Han quedado en un lugar abandonado, un espacio neutral que muestra el deterioro del paisaje común, dominado por el vacío imposible de llenar. Hablan y recuerdan, con sus pensamientos ilustrados mediante flash-backs en blanco y negro.