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Mikel INSAUSTI | Crítico cinematográfico

Alta se da de baja

 

La noticia del cierre de Alta Films ha causado, como era de esperar, una gran conmoción en el sector cinematográfico. Aunque es bien cierto que estaban encendidas todas las alarmas, uno espera que este tipo de catástrofes culturales resulten evitables. Lo más triste es que desde la Administración no hay ningún tipo de reacción, y hasta es posible que el actual Gobierno vuelva a subir el IVA, con lo que muchas más salas de cine, distribuidoras y productoras irán cerrando.

El impacto de la desaparición de Alta Films se va a sentir hasta en el Donostia Zinemaldia, donde era uno de los proveedores mayoritarios de películas, que luego estrenaba en salas comerciales. Todos esos títulos en versión original se quedan ahora sin salida, siendo un mercado que tiende a desaparecer ante la falta total de ayudas.

Sé de lo que hablo, porque cada vez me toca hacer más kilómetros los fines de semana para poder ver los estrenos en versión original, a medida que solamente en Bilbo y Donostia cuentan con una programación estable de este tipo. La clausura paulatina de los Renoir es un mal indicativo de lo que puede suceder con los pocos locales que todavía proyectan VOS.

Se da la circunstancia sangrante de que Enrique González Macho, propietario de Alta Films ahora en la calle, es el presidente de la Academia de Cine. Llegó a regentar 200 salas y a contar con casi 500 empleados. ¿A quién representa ahora? Tal vez a los profesionales en paro o a todos los que nos estamos haciendo pobres de solemnidad. Y me refiero al empobrecimiento cultural, que, por desgracia, va directamente emparejado a la pérdida progresiva e imparable de poder adquisitivo.

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