Raimundo Fitero
Portazos
Uno de un reincidente, un impresentable, un ser que ha perdido cualquier credibilidad, Herman Terchst, que entre acusaciones de Jorge Vestrynge de nazi, le vino un ataque de sed y salió beberse un trago de orujo, aunque lo disfrazó de dignidad. El otro es ese ser con sus gafas y flequillo de empollón, Francisco Maruhenda, líder de los marianistas más recalcitrantes como lo demuestra con cada portada como director de «La Razón», que se las tuvo con Pilar Rahola y se fue, con un basta ya. Este vuelve, porque es un adicto a las tertulias y a sus dietas.
La realidad va ganando la mano, y vemos otros portazos mucho más remarcables. Las cifras del paro son incuestionables. Un portazo en las mentiras de los equipos de desinformación, manipulación, intoxicación y tergiversación de lo que está sucediendo. Los más de seis millones de parados es el resultado de la política devastadora de Rajoy y su equipo ministerial, el peor posible, pero el más ultra y descerebrado a su alcance para cumplir las órdenes que desde la banca y la iglesia le llegan de manera nítida.
Es lamentable la persistencia del equipo de Interior por crear una tensión bochornosa, por criminalizar cualquier acto de protesta democrática con una perversión semántica de terror. Llaman asedio al Congreso a una manifestación pacífica, sacan unas fotos de dos petardos y dos botellas de plástico con líquido para los que sacan fuego por la boca como si se tratase de armamento nuclear. No paran de fomentar la violencia. Pondrán infiltrados policiales para reventar la marcha. Van desbocados hacia la noche oscura de una nueva dictablanda. Hay que darles portazos democráticos en sus sucias narices represivas y franquistas.