El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, minimizó el gesto al señalar que «el conflicto israelo-palestino no es territorial sino que versa sobre la existencia misma del Estado de Israel» pero como nación judía.

«La ausencia de voluntad de los palestinos de reconocer a Israel como Estado nación del pueblo judío, he ahí la raíz del conflicto», señaló, poniendo como ejemplo de buena voluntad no correspondido la evacuación total de Gaza en 2005.

Horas antes, uno de sus ministros más cercanos, el de Comunicación, reafirmaba la negativa de Israel a negociar sobre las bases de las líneas de 1967 (Cisjordania, Jerusalén Oriental y Gaza). «Si Israel aceptara sentarse a negociar aceptando previamente que se negociará sobre la base de las líneas de 1967, no quedaría gran cosa para negociar», señaló Gilad Erlan, reforzando con un argumento territorial el argumento racial o étnico de su primer ministro.

«Espero que Abu Mazen (Mahmud Abbas, presidente de la ANP), no piense que Israel debe renunciar a sus posiciones (de ventaja) y aceptar transferir todos los territorios (palestinos) en los que pensamos que tenemos derecho a instalarnos», señaló sin pestañear, reivindicando implícitamente el derecho israelí a colonizar Palestina.

«¿Qué nos queda?»

El negociador de la Autoridad Palestina (ANP) Mohamed Chtayyeh insistió en que «la iniciativa árabe es un todo» y «no nos gusta la idea de enmendarla (...) Todo intercambio debe versar sobre territorios equivalentes cuantitativa y cualitativamente y debe ser resultado de las negociaciones», señaló, mostrando su oposición a un «pago previo por parte de los árabes antes de negociar con Israel».

Hamas, en el poder en Gaza, fue más allá y rechazó la idea de intercambio, porque «legitima la colonización y el acaparamiento de tierras en Cisjordania y la Jerusalén ocupada, lo que daría la oportunidad al ocupante de aprovechar este tiempo para intensificar y extender la colonización y reforzar su control sobre las mejores zonas», en palabras de Salah Bardawil, portavoz de la formación islamista.

Bardawil instó a la Liga Árabe a gastar las mismas energías luchando contra la colonización.

La Liga Árabe, a instancias de Qatar, ha accedido ante EEUU a rebajar sus pretensiones entreabriendo la puerta a que Israel pueda conservar sus grandes bloques de colonias a cambio de terrenos, más o menos baldíos, en el actual Israel, lo que supone un giro en la iniciativa saudí presentada en 2002.