«Creo que lo más importante es que haya un cambio profundo en la sociedad y en el Estado. No quisiera que las FARC se institucionalizaran, se desmovilizaran en la selva, para que cinco años más tarde aparezca otra organización armada», declaró el uruguayo Ernesto Agazzi.

Convertido en senador del uruguayo Frente Amplio después de haber militado en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros en la década de los años 70, este ingeniero ha participado como invitado en el foro que analiza la participación política de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el caso de que la guerrilla y el Gobierno lleguen a un acuerdo en la mesa de diálogo instalada en La Habana. En ese foro, que concluyó el martes, se escucharon las experiencias postconflicto de los exitosos procesos de Uruguay, El Salvador, Filipinas y Sudáfrica para evidenciar que la paz en Colombia también es posible y que solo tiene que hallar su receta.

En una entrevista con AFP, el exguerrillero asegura que un «gran acuerdo nacional» no se obtiene mediante «la firma de documentos». «Es un proceso muy profundo, que lleva años», sostiene Agazzi, que juzga prioritario, en primer término, «poner fin al derramamiento de sangre» que conoce Colombia desde hacer casi medio siglo.

Para el senador uruguayo, el principal mensaje que debe ser enviado a La Habana es simple: «El recurso a las armas, ya sea por parte del Gobierno o de otros grupos, en un enfrentamiento bélico, no tiene ningún sentido».

Considera que aunque, a diferencia de la mayoría de los países de América Latina, Colombia no ha vivido una dictadura militar la experiencia uruguaya puede ser muy enriquecedora. Ella enseña que «es mejor mirar al futuro que al pasado, porque el pasado es muy triste». «Tal vez lo único que nos enseña -sostiene- es que no podemos construir nada matándonos unos a otros».

Según el exguerrillero, Uruguay ofrece «el ejemplo» de un país donde pueden existir «situaciones de confrontación pero en un clima constructivo que permite obtener resultados sociales, institucionales y económicos».

Posiblemente un signo de esperanza para los dirigentes de Farc es el también exguerrillero tupamaro José Mujica, ahora presidente de Uruguay. A través de un vídeo difundido el martes en el foro de Bogotá, Mujica dijo que la historia ha dejado ejemplos de que «lentamente se pueden abrir puertas a la esperanza», y recordó que «todo sacrificio es poco y toda causa, por importante que sea, debe ser secundaria ante el hecho fundamental de poder ayudar a construir la paz».