«Rebelde» no es la primera película que se hace sobre los «niños soldado», ni tampoco, por desgracia, será la última. En el contexto africano está la reciente «Johnny Mad Dog» de Jean-Stéphane Sauvaire, y en el de América del Sur «Voces inocentes» de Luis Manoki y el largometraje de animación colombiano «Pequeñas voces». Esta nueva producción canadiense, realizada por el cineasta de origen vietnamita Kim Nguyen, se distingue por estar protagonizada por un niña.

El papel de Komona está interpretado por Rachel Mwanza, que al igual que el resto del reparto no disponía de ninguna experiencia previa en la interpretación. La ausencia de actores o actrices profesionales da a la película un aire documental, aunque se trata de una obra creativa, de una fábula que incluye elementos mágicos no realistas. Se inspira en la leyenda birmana de la bruja de la guerra, acerca de una niña que sobrevivía milagrosamente a los tiroteos, cuando la vida de un niño soldado suele ser muy corta. Por eso en el mercado anglosajón se conoce también con el título de «War Witch».

Sin embargo, este tipo de experiencias extrasensoriales tienen relación con hechos probados, debido a que existe la practica extendida de narcotizar a los menores para quitarles el miedo a entrar en combate. En algunos países africanos se les hace ingerir un enervante vegetal que actúa como desinhibidor. La localización es indeterminada, aunque bien podría tratarse de la llamada Segunda Guerra de El Congo, con la protagonista enrolada a la fuerza en las filas rebeldes.

También adquiere gran significación la iconografía relacionada con los albinos, simbolizada en el gallo blanco y en el niño albino con el que Komona vive un romance que contrasta con la violencia ambiental. El relato guiado por una voz en off representa el diálogo que Komona establece con el niño que espera, siendo su razón para sobrevivir.