El avispado productor Avi Lerner se ha adelantado con «Objetivo: La Casa Blanca» al próximo lanzamiento de Roland Emmerich, que se estrenará con el título de «Asalto al poder». Las dos películas hablan de lo mismo, de un supuesto ataque al mismísimo hogar presidencial de los Estados Unidos. La diferencia está en que Lerner la ha hecho en menos tiempos y con un presupuesto inferior (menos de la mitad de la superproducción de Emmerich estimada en 150 millones de dólares).

Para sacar el máximo rendimiento a dicha propuesta de saldo el realizador elegido ha sido el afroamericano Antoine Fuqua, curtido en el espíritu de la serie B desde su irrupción con «Training Day». Es asimismo el cineasta ideal para ironizar con respecto al contenido patriotero del guión, que intenta explotar el estado de paranoia colectiva que se vive en la tierra del tío Sam. Al escocés Gerard Butler le toca salvar al presidente y su hijito huérfano de madre, secuestrados por un comando norcoreano que se cuela, como se suele decir, hasta la cocina.