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Un documental ilustra la figura real de Frédéric Bourdin en «El impostor»

M.I. | DONOSTIA

Documental creativo que suscita reacciones encontradas, al utilizar una desconcertante figura real para desarrollar una historia de suspense sobre la impostura, jugando en todo momento con el difícil discernimiento entre realidad y ficción. La clave de la perplejidad que «El impostor» provoca en el espectador está en que en la pantalla se recrean increíbles anécdotas que, sin embargo, ocurrieron en la vida real.

Las andanzas de Frédéric Bourdin ya fueron llevadas al cine por Jean-Paul Salomé en «El camaleón», que es el sobrenombre con el que fue bautizado por la prensa este suplantador de identidades ajenas, que presume públicamente de haber robado en total unas quinientas.

El caso en el que se centra la película del inglés Bart Layton se centra en el caso en el que suplantó a un niño de Texas que llevaba tres años desaparecido. La familia reconoció en Bourdin a su hijo, a pesar del origen argelino y la mayor edad del improbable doble. No les importó la diferencia étnica y de acento, llevados por la desesperación de la perdida y del deseo de recuperar a su pequeño.

Tuvo que ser un detective privado el encargado de desmontar aquella patraña, junto a una agente del FBI. Bourdin decía que había cambiado por lo mucho que sufrió durante su cautiverio, siendo víctima de abusos sexuales y maltrato físico.

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