Desde su meteórica irrupción en el pelotón internacional, Mark Cavendish no ha sido precisamente el ciclista más querido. Además de la peligrosidad de algunos de sus movimientos en los sprints, su fama de engreído y mal compañero lo han perseguido por las carreteras de todo el mundo y esa parece ser la principal razón de su corta experiencia en el mega-proyecto del Sky. Sin embargo, el de la Isla de Man dio ayer dos buenos pasos en pos de limar esa imagen de arisco que le persigue.

Como se esperaba, ganó la llegada masiva con la autoridad que acostumbra cuando el recorrido no guarda trampas, pero en el segundo aniversario de la muerte de Wouter Weylandt, fallecido en pleno Giro, le dedicó su victoria número 98 en el ciclismo profesional subiendo al podio con el dorsal 108 que portaba el ciclista de Omega y en las declaraciones posteriores destacó el trabajo de su equipo, dando por superados algunos problemas que habían tenido a la hora de abordar sprints anteriores. «Es como un coche. Todas las partes de un coche tienen que estar bien puestas y coordinadas a la perfección. Yo solo soy la última pieza, el tuvo de escape, la parte que más ruido hace. Me alegro de que haya ido todo perfectamente. El equipo estuvo genial, se entregó por completo y yo pude conseguir el triunfo», señaló

Susto para los favoritos

Sin embargo, la sexta etapa no fue todo lo tranquila que su perfil parecía indicar, ni fue esa especie de transición previa a la crono de mañana. Y es que, como en jornadas pretéritas, las caídas y las montoneras elevaron la tensión en la carretera.

Una vez anulada la fuga del día, que protagonizaron los australianos Bobridge (Blanco) y Wurf (Cannondale), comenzó el caos que metió el susto en el cuerpo a algunos gallos de le general. A 34 kilómetros de meta, los grandes favoritos, el británico Bradley Wiggins, el italiano Vincenzo Nibali y el vigente campeón, Ryder Hesjedal, quedaron cortados en un segundo grupo que llegó a acumular un retraso de un minuto.

Sin embargo, el campeón olímpico contra el crono no se puso excesivamente nervioso e incluso decidió cambiar de bicicleta para reanudar la persecución sobre el grupo principal, que tampoco bajó el ritmo, sobre todo por los esfuerzos de la FDJ, la que más trabajó en busca de descolgar a estos tres gallos.

Pero el tren del Sky en beneficio de su líder fue demoledor y consiguió que la diferencia no fuera nunca demasiado preocupante, poniendo fin al suspense a falta de poco más de diez kilómetros para la llegada.

Desde ese momento, los equipos interesados en la volata tomaron el control, sobre todo Omega y Argos y en la recta final Gert Steegmans lanzó a Cavendish, que no tuvo rivales.