SEGUNDA B | 37ª jornada
Agridulce punto y seguido
El Eibar cede un empate en el último suspiro que, combinado con los resultados de sus rivales en la parte alta, le asegura el segundo puesto pero le impide pelear ya por el liderato.
EIBAR 2
GIMNÁSTICA 2
Amaia U. LASAGABASTER
La temporada regular acabó en Ipurua con sabor agridulce. Aunque exiguas, el Eibar llegaba a la penúltima jornada con posibilidades de discutir el liderato al Alavés. Pero los albiazules no fallaron y el cuadro armero sí, cediendo un empate en el último suspiro -que aseguró la permanencia a la Gimnástica- que agrió un tanto la ya segura segunda plaza y sus ventajas para el Eibar en el play-off.
Pensando, posiblemente, en el decisivo mes y medio que esperan vivir, los azulgranas, al menos convirtieron el encuentro en una suerte de campo de pruebas. Se ensayaron, con buen resultado, acciones a balón parado o posiciones sobre el campo, aunque en buena medida vinieran forzadas por la avalancha de bajas que, como ha sido habitual en este tramo final de la Liga, afectaba al equipo de Gaizka Garitano.
Lo cierto es que el choque no pudo empezar mejor. En el minuto tres y precisamente en una jugada de estrategia, Diego Jiménez colgó una falta en el área para que Raúl Navas cabecease el 1-0. Claro que la respuesta de la Gimnástica, necesitadísima, tampoco se hizo esperar. Antes del cuarto de hora, y también en jugada ensayada, Javi restablecía el empate en el marcador.
El choque, de todos modos, fue local en ese primer tiempo. Las noticias desde Mendizorrotza eran todavía favorables y los azulgranas buscaron el triunfo con ganas y juego. Guille Roldán, Mainz o Bingen bien pudieron ampliar distancias. Lo acabó haciendo, un suspiro antes del descanso, Jito, al transformar un claro penalti sobre Arru.
Aunque la dinámica fue similar en el arranque del segundo tiempo, de nuevo con la posibilidad de sentenciar a la contra para los armeros, el transcurso de los minutos corrió a favor de la Gimnástica, que fue cogiéndole el aire al choque, aunque no acababa de crear peligro con claridad. Hasta que el árbitro decidió echarle una mano. Fue el único que vio el penalti -con roja directa incluida- de Bóveda, que permitió empatar a Gabri en el descuento.