Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico
Feministas contra Disney
Disney ha sido, es y será uno de los mayores enemigos del feminismo. El machismo secular de la casa pareció cambiar con la entrada de Pixar, compañía más sensible y atenta a la evolución de la sociedad. Pero como en cualquier matrimonio, las diferencias tarde o temprano salen a relucir. Un punto clave en el tensionamiento de la relación de esta pareja de conveniencia ha sido el de la educación de las hijas.
El Tío Walt quiso hacer soñar a todas las niñas con ser princesas, y esa idea ha prevalecido como marca de la casa, siendo algo sagrado que ni Pixar va a poder trastocar así como así. Los problemas ya surgieron durante la producción de «Brave», con el despido final de la realizadora Brenda Chapman. Se le negó la autoría sobre la película, por miedo a que el mensaje feminista de la misma resultará demasiado evidente.
«Brave» fue un éxito de público y gano el Óscar al mejor Largometraje de Animación, con el consiguiente peligro de que el personaje escapara al control ideológico de Disney. Por eso han dejado pasar un tiempo, hasta que han considerado que ya era hora de dar un cambio de imagen a la Princesa Merida, para que deje de ser un prototipo de la chica rebelde que reclama la igualdad frente al sexo opuesto.
La intención es que el personaje pase a formar parte, como franquicia, del universo de Princesas Disney, junto a Blancanieves, La Bella Durmiente o Cenicienta. A tal fin la nueva Merida presenta unos rasgos más dulces y domesticados, con un peinado menos revuelto y un vestuario más tradicional. Le han quitado, puestos a quitar, hasta el orgullo celta.