Tiemble el periodismo acomodaticio: a Alfredo Urdaci hay días que el cuerpo le pide volver a TVE. Lo está proclamando a los vientos y a las cámaras para aviso a navegantes. Los que ahora están manipulando y maltratando a la historia del ente público no han logrado todavía la integración absoluta y total con el pensamiento más obsceno de la extrema derecha española, y la alternativa Urdaci, sería una magnífica solución. Y como Aznar todavía mece la cuna, pues todo es posible y más ahora en la que los barones del PP se muestran atrabiliarios otra vez contra su presidente.

El problema puede estar con el dinero. El que es portavoz, consejero de comunicación y algunas cosas más de aquel genio inmobiliario que se conoce como El Pocero, cobra salarios del mismo rango de exageración que ese señor que se inventaba ciudades fantasma en la estepa toledana con el beneplácito de José Bono y Eduardo Zaplana a través de sus las cajas de ahorros de Castilla-La Mancha y Valencia, con el mayor índice de desorden y signos de corrupción, y que parce que ha reconstruido su vida de señor de los ladrillos y seguir estafando en Guinea Ecuatorial.

Aunque dinero, en el ente público español, parece existir para alquilar un avión y dos helicópteros que sirvan para las retransmisiones en directo de la Vuelta Ciclista a España. Algo más de dos millones de euros que se irán para que el señor Rajoy, gran aficionado al ciclismo visto desde el sofá fumando puros, pueda disfrutar de ese deporte tan ejemplar a la hora de su siesta, más ahora, que una sentencia judicial ha echado una manta de tolerancia dolosa sobre el mayor caso de dopaje investigado nunca. La operación Puerto ha dejado al doctor Fuentes como un benefactor del ciclismo español, al participar con sus consejos en los triunfos de unos corredores que siguen estando bajo todas las sospechas.

Por cierto, ¿se acuerdan que El Pocero dejaba su avión particular para que Rocío Jurado fuera a tratarse de su cáncer a los USA? Pues ya podría dejárselo a TVE, quizás, conducido por el navarro Urdaci, o mejor como azafato principal contando chistes de sindicatos, y hacerle un precio, a cambio de publicidad encubierta.